Exhortación Apostólica “Los fieles laicos” de San Juan Pablo II
Aspectos de la formación
60. Dentro de esta síntesis de vida se sitúan los múltiples y
coordinados aspectos de la formación integral de los fieles
laicos.
Sin duda la formación espiritual ha de ocupar un
puesto privilegiado en la vida de cada uno, llamado como está a crecer
ininterrumpidamente en la intimidad con Jesús, en la conformidad con la
voluntad del Padre, en la entrega a los hermanos en la caridad y en la
justicia. Escribe el Concilio: «Esta vida de íntima unión con Cristo se alimenta
en la Iglesia con las ayudas espirituales que son comunes a todos los fieles,
sobre todo con la participación activa en la sagrada liturgia; y los laicos
deben usar estas ayudas de manera que, mientras cumplen con rectitud los mismos
deberes del mundo en su ordinaria condición de vida, no separen de la propia
vida la unión con Cristo, sino que crezcan en ella desempeñando su propia
actividad de acuerdo con el querer divino»[214].
Se revela hoy cada vez más urgente la formación doctrinal de los
fieles laicos, no sólo por el natural dinamismo de profundización de su fe,
sino también por la exigencia de «dar razón de la esperanza» que hay en ellos,
frente al mundo y sus graves y complejos problemas. Se hacen así absolutamente
necesarias una sistemática acción de catequesis, que se
graduará según las edades y las diversas situaciones de vida, y una más
decidida promoción cristiana de la cultura, como respuesta a
los eternos interrogantes que agitan al hombre y a la sociedad de hoy.
En concreto, es absolutamente indispensable —sobre todo para los
fieles laicos comprometidos de diversos modos en el campo social y político— un
conocimiento más exacto de la doctrina social de la Iglesia, como
repetidamente los Padres sinodales han solicitado en sus intervenciones.
Hablando de la participación política de los fieles laicos, se han expresado
del siguiente modo: «Para que los laicos puedan realizar activamente este noble
propósito en la política (es decir, el propósito de hacer reconocer y estimar
los valores humanos y cristianos), no bastan las exhortaciones, sino que es
necesario ofrecerles la debida formación de la conciencia social, especialmente
en la doctrina social de la Iglesia, la cual contiene principios de reflexión,
criterios de juicio y directrices prácticas (cf. Congregación para la Doctrina
de la Fe, Instr. sobre libertad cristiana y liberación, 72). Tal doctrina ya
debe estar presente en la instrucción catequética general, en las reuniones
especializadas y en las escuelas y universidades. sta doctrina social de la
Iglesia es, sin embargo, dinámica, es decir adaptada a las circunstancias de
los tiempos y lugares. Es un derecho y deber de los pastores proponer los
principios morales también sobre el orden social, y deber de todos los
cristianos dedicarse a la defensa de los derechos humanos; sin embargo, la
participación activa en los partidos políticos está reservada a los laicos»[215].
Finalmente, en el contexto de la formación integral y unitaria de
los fieles laicos es particularmente significativo, por su acción misionera y
apostólica, el crecimiento personal en los valores humanos. Precisamente
en este sentido el Concilio ha escrito: «(los laicos) tengan también muy en
cuenta la competencia profesional, el sentido de la familia y el sentido
cívico, y aquellas virtudes relativas a las relaciones sociales, es decir, la
probidad, el espíritu de justicia, la sinceridad, la cortesía, la fortaleza de
ánimo, sin las cuales ni siquiera puede haber verdadera vida cristiana»[216].
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