En el Evangelio de Marcos 8, 32-38, Jesús nos dice: "El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. El que quiera salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?"
Y es que seguir a Jesús, es asumir su causa, integrar su proyecto, es estar dispuesto a ir en contra de las "buenas propuestas" del mundo de consumo, exclusión y marginación. El gran problema del cristiano, de todos los tiempos, es bajar la intensidad a la exigencia del seguimiento de Jesús, volviéndolo una realidad intelectual o una cuestión de carácter espiritual. Lo más complicado del asunto es que los cristianos, por lo general, nos acercamos a la vida de oración con la intención que Dios nos libre de todas las cruces. Y Jesús dice totalmente lo contrario. Pide asumir "la causa" con todas sus consecuencias.¿Somos conscientes que la experiencia de adhesión a la persona de Jesús tiene implicaciones existenciales profundas? Ser cristiano no consiste en librarnos de problemas, sino en asumir un problema mayor.
Del Diario Biblico Claretiano
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