El Papa Emérito, Benedicto XVI, en su Exhortación Apostólica Postsinodal, "Verbum Domini" (La Palabra del Señor), de 2010, nos adentra en este gran misterio de nuestra fe
Lectura orante de
la Sagrada Escritura y «lectio divina»
87. En los documentos que han
preparado y acompañado el Sínodo, se ha hablado de muchos métodos para
acercarse a las Sagradas Escrituras con fruto y con fe. Sin embargo, se ha
prestado una mayor atención a la lectio divina… los pasos fundamentales: se
comienza con la lectura (lectio) del texto, que suscita la cuestión sobre el
conocimiento de su contenido autentico: ¿Qué dice el texto bíblico en si mismo?...
sigue después la meditación (meditatio) en la que la cuestión es: ¿Qué nos dice
el texto bíblico a nosotros? Aquí, cada uno personalmente, pero también
comunitaria mente, debe dejarse interpelar y examinar, pues no se trata ya de
considerar palabras pronunciadas en el pasado, sino en el presente. Se llega
sucesivamente al momento de la oración (oratio), que supone la pregunta: ¿Qué
decimos nosotros al Señor como respuesta a su Palabra? La oración como petición,
intercesión, agradecimiento y alabanza es el primer modo con el que la Palabra
nos cambia. Por último, la lectio divina concluye con la contemplación
(contemplatio), durante la cual aceptamos como don de Dios su propia mirada al
juzgar la realidad y nos preguntamos: ¿Qué conversión de la mente, del corazón
y de la vida nos pide el Señor? San Pablo en la Carta a los Romanos, dice «No
os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para
que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto»
(12,2). La palabra de Dios se presenta aquí como criterio de discernimiento…
Conviene recordar… que la lectio divina no termina su proceso hasta que no se
llega a la acción (actio), que mueve la vida del creyente a convertirse en don
para los demás por la caridad.
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