Abrahán, Padre
de la fe
Al norte de Palestina, en la frontera de Israel con Siria, se encuentra la ciudad de Tel-Dan, la antigua Dan de que nos habla Genesis 14,14. Aquí Abrahán rescató a Lot de quienes lo habían capturado. En estas tierras nacen los afluentes del río Jordán. Y aquí se encuentra el altar más antiguo de Palestina y la Puerta de Abrahán. Puerta donde se recuerda su entrada a Dan.
Luego de estos sucesos, Abrahán se encuentra con
Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, quien le ofrece pan y
vino y le bendice. (Gen 14, 17-18)
El Señor habla entonces a Abrahán en una visión y le promete
una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo y la posesión de aquella
tierra (Gen 15, 5;15, 18).
Abrahán se establece en la tierra de los filisteos y es
aquí, en el Monte Moriá (hoy Moriat), donde Dios le pide que ofrezca a su hijo
Isaac en holocausto. La obediencia de Abrahán le hace destinatario definitivo
de la promesa de Dios (Gen 22, 16-18). Esto lo convierte en el Padre de la Fe.
Se vislumbra en esa promesa, la fe en la Tierra Prometida, que es el Cielo, que
vino a ser para los judíos el seno de Abrahán.
De este llamado a Abrahán y su respuesta nos habla el Catecismo
de la Iglesia Católica cuando nos dice en el Capitulo Primero, I 27 que “El
deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido
creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia si, y
solo en Dios encontrara el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar…”
La historia del pensamiento universal ha establecido un Ser
Superior a través de la Naturaleza, con leyes de organización
para la interrelación y la
Causalidad, que nos lleva a una causa primaria de todo.
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