miércoles, 30 de agosto de 2017

#255 - Ser profeta

Ayer recordaba nuestra Iglesia Católica el martirio de San Juan Bautista, condenado por el Rey Herodes a morir decapitado por denunciar su matrimonio con la esposa de su hermano.

Este hecho nos recuerda la vida de los profetas, que como Jeremías, en el Antiguo Testamento, fueron llamados por el mismo Dios a denunciar las infidelidades de su pueblo, a proclamar la Verdad de Dios. Esto les costó, como a Juan, a muchos de ellos la vida. Porque su mensaje era contrario al de los poderosos dueños del mundo, y a la comodidad que el pueblo pretendía, no queriendo cumplir con la voluntad de su Dios.

Por eso hoy sigue siendo la palabra del profeta controversial, pesada, aguafiestas. Pero cuando esa palabra arde en nuestro corazón no hay otra que la de pronunciarla a todo pulmón y en toda lugar y hora. Aunque nos cueste la vida.

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