#238 - Este domingo, Pablo se sincera con los judíos de Roma en la carta que les envía (Rom 9, 1-5) y les dice que preferiría ser aborrecido de Dios y separado de Cristo si así pudiera favorecer a sus hermanos judíos. Citando la carta les dice Pablo: "Ellos son israelitas, adoptados como hijos de Dios, tienen su presencia, las alianzas, la ley, el culto, las promesas, los patriarcas, de su linaje carnal desciende Jesús". Y sin embargo no reconocieron al Mesías.
Pero no pensemos que esto le aplica sólo a aquellos judíos. Los cristianos de hoy, que tenemos también toda esa herencia de Dios, no queremos reconocer al Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Nos hemos construido un Cristo a nuestra medida porque se nos hace difícil, como a aquellos judíos, ver a todo un Dios servidor de todos, que no hace acepción de personas, humilde y manso, que no se impone por otra fuerza que no sea la del amor.
Reflexionemos hoy sobre a cuántas personas rechazamos diariamente (pobres, deambulantes, emigrantes, enfermos, marginados, viciosos, ancianos) porque les consideramos no dignos de pertenecer a la iglesia de Cristo.
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