Jeremías 20, 10-13 nos narra los peligros a los que se enfrenta el profeta, en aquel tiempo y hoy.
"...porque ser profeta es ser critico: mirar, hablar y actuar con otros ojos, otra voz y otras manos. El pensamiento critico no lo recomiendan las estructuras sociales, políticas o religiosas, mas bien buscan acallarlo. Pensar críticamente es lo mas saludable. Para ello hay que saber tomar distancia y beber de una fuente diferente, que procure criterios saludables...Hoy, nuestra vocación profética reclama vivir atentos a toda opresión e intolerancia para erradicarlas. Nuestro tejido social exige de tolerancia y pluralidad; si queremos construir la hermandad solidaria social, ha de ser a base del intercambio de bienes y del dialogo sincero por la verdad. Sin estos componentes no hay identidad profética cristiana".
Cita de la Agenda Bíblica 2018
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miércoles, 11 de abril de 2018
miércoles, 30 de agosto de 2017
#255 - Ser profeta
Ayer recordaba nuestra Iglesia Católica el martirio de San Juan Bautista, condenado por el Rey Herodes a morir decapitado por denunciar su matrimonio con la esposa de su hermano.
Este hecho nos recuerda la vida de los profetas, que como Jeremías, en el Antiguo Testamento, fueron llamados por el mismo Dios a denunciar las infidelidades de su pueblo, a proclamar la Verdad de Dios. Esto les costó, como a Juan, a muchos de ellos la vida. Porque su mensaje era contrario al de los poderosos dueños del mundo, y a la comodidad que el pueblo pretendía, no queriendo cumplir con la voluntad de su Dios.
Por eso hoy sigue siendo la palabra del profeta controversial, pesada, aguafiestas. Pero cuando esa palabra arde en nuestro corazón no hay otra que la de pronunciarla a todo pulmón y en toda lugar y hora. Aunque nos cueste la vida.
Este hecho nos recuerda la vida de los profetas, que como Jeremías, en el Antiguo Testamento, fueron llamados por el mismo Dios a denunciar las infidelidades de su pueblo, a proclamar la Verdad de Dios. Esto les costó, como a Juan, a muchos de ellos la vida. Porque su mensaje era contrario al de los poderosos dueños del mundo, y a la comodidad que el pueblo pretendía, no queriendo cumplir con la voluntad de su Dios.
Por eso hoy sigue siendo la palabra del profeta controversial, pesada, aguafiestas. Pero cuando esa palabra arde en nuestro corazón no hay otra que la de pronunciarla a todo pulmón y en toda lugar y hora. Aunque nos cueste la vida.
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