La Iglesia en la que creemos
Una, santa, católica y apostólica
Francis A. Sullivan, S.J
(Resumen sinóptico)
La Iglesia en la
que creemos 7
Santidad de
consagración
“…Tal santidad se atribuye a las personas y cosas que están
apartadas y dedicadas a la obra divina, como el templo, el altar y los vasos
sagrados, y sobre todo, los sacerdotes que ofrecen oraciones y sacrificios a
Dios de parte del pueblo…Exige la santidad personal de una vida virtuosa
dedicada a la adoración del Dios santo. Pero la santidad de consagración no
depende de la virtud personal; es la idea de estar apartado y ungido, y así
consagrado («hecho sagrado») para la obra y servicio de Dios”.
“La Biblia atribuye tal santidad sacerdotal no sólo a
personas como Aarón, sino también a todo el pueblo de Israel”.
“…los escritores del Nuevo testamento se refieren a la
Iglesia con todos los términos que habían descrito la santidad del pueblo de
Dios de la vieja ley. Esto incluye la santidad de consagración al servicio
sacerdotal de Dios. Así, el escritor de la primera carta de Pedro exhorta a los
lectores: «Vosotros, como piedras vivas entrad en la construcción de un
edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales, aceptos a Dios por mediación se Jesucristo»”.
En el segundo capítulo, articulo 10, de la Lumen Gentium nos
dice: “…«Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo
por la regeneración y la unción del Espíritu Santo…»”.
“La teología cristiana tradicional entiende que esta
participación en el sacerdocio de Cristo es algo que caracteriza
permanentemente a los que han sido bautizados. A diferencia de los dones de
gracia santificante y del Espíritu Santo, una persona que cometa pecado mortal
no los pierde. Es un «carácter» o «maraca espiritual» que distingue a los
bautizados como personas consagradas a Cristo y participes de su sacerdocio”.
“…toda la Iglesia permanece como un pueblo consagrado a la
obra de Dios…”.
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