"El Verbo se hizo carne" nos dice San Juan al comienzo de su Evangelio. Luego nos dirá Jesús que quien no coma su carne no tendrá vida eterna.
Antes de recibir la el pan consagrado en la Celebración Eucarística decimos los católicos: "Senor, no soy digno de que entres en mi casa pero una Palabra tuya bastará para sanarme". Esta frase dicha por un centurión romano y que llenó de admiración a Jesús al ver la fe de aquel hombre, nos da la clave para comprender que al recibir en la comunión al Verbo hecho carne indudablemente estamos recibiendo la Vida de Dios. Vida que transforma y que sana.
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