En Mateo 8, 5-11 vemos a Jesús admirado por la fe de un centurión romano. Este hombre, un pagano, indudablemente había escuchado o visto a Jesús realizando curaciones y, por eso supo discernir que así como el daba órdenes a sus subalternos y estas se cumplian, Jesus tenia el poder para sanar con solo su palabra.
Aprovecha Jesús ese momento para reclamarle a su pueblo una fe igual. Pero sabiendo que no es así, entonces proclama en el versículo 11:" Les digo que muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abrahan, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos".
Es decir, la salvación llegara a todos los que la busquen, no es exclusiva del pueblo de Israel o de la Iglesia Catolica.
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