Muerte y Resurrección
Se
cumplía así la misión para lo cual vino el Hijo.
Y derrámose Su Sangre y murió Su Cuerpo santo,
y aquel
Cordero inmolado abrió el Santuario Nuevo
desgarrando
en el Templo como señal su vestuario.
Era en
verdad del Dios Santo aquel su Hijo querido.
Defraudados
se quedaron al ver morir al Maestro,
y con
miedo se alejaron uno por uno, en silencio.
Tuvo que
venir José, fariseo de Arimatea,
a recoger
el cadáver y enterrarlo tras la piedra.
Las
mujeres preparaban, entretanto, oleos y telas.
Así, por
la mañanita, fueron prestas al sepulcro.
¡Que
sorpresa tan inmensa se encontrarlo al no hallarlo!
Y no
sabían que hacer y si debían contarlo.
Mas
llegaron Pedro y Juan y, aunque asustados y exhaustos,
comprendieron
las palabras que el Maestro - había dicho.
Días más tarde le vieron algunos de sus
discípulos.
Luego se aparece a todos y les confirma
el suceso:
ha resucitado el Cristo como lo había
prometido.
Ahora les envía al mundo con el poder
de si mismo.
El que ha vencido el pecado también la
muerte ha vencido.
William Quintana Nieves
7 abril 2023
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