Los ancianos y el don de la sabiduría
48. A las personas ancianas – muchas
veces consideradas inútiles, cuando no incluso como carga insoportable - recuerdo
que la Iglesia pide y espera que sepan continuar su misión apostólica y
misionera, que no sólo es posible y obligada también a esa edad, sino que esa
misma edad le convierte, en cierto modo, en especifica y original.
La Biblia siente una particular
preferencia en presentar al anciano como el símbolo de la persona rica en sabiduría
y llena de respeto a Dios (cf. Si 25, 4-6)… el don del anciano podría
calificarse como el de ser, en la Iglesia y en la sociedad, el testigo de la
tradición de la fe (cf. Sal 44,2; Ex 12, 26-27), el maestro de la vida (cf. Si
6,34; 8, 11-21), el que obra con caridad.
El acrecentado número de personas ancianas en diversos países del mundo, y la cesación anticipada de la actividad profesional y laboral, abren un espacio nuevo a la tarea apostólica de los ancianos… tomando conciencia cada vez más clara de que su propio papel en la Iglesia y en la sociedad de ningún modo conoce interrupciones debidas a la edad, sino que conoce sólo nuevos modos… «Todavía en la vejez darán frutos, serán frescos y lozanos, para anunciar lo recto que es Yahvé» (Sal 92, 15-16)… Tenéis todavía una misión que cumplir, una ayuda que dar.
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