Amoris
Laetitia 75
299.
Acojo las
consideraciones de muchos Padres sinodales, quienes quisieron expresar que «los
bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más
integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando
cualquier ocasión de escándalo…para que no sólo sepan que pertenecen al Cuerpo
de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una experiencia feliz y
fecunda. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en
ellos dones y carismas para el bien de todos… Ellos no sólo no tienen que
sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de
la Iglesia…».
300…
Los divorciados
vueltos a casar deberían preguntarse como se han comportado con sus hijos
cuando la unión conyugal entró en crisis; si hubo intentos de reconciliación;
como es la situación del cónyuge abandonado; que consecuencias tiene la nueva
relación sobre el resto de la familia y la comunidad de fieles; que ejemplo
ofrece esa relación a los jóvenes que deben prepararse para el matrimonio… la
conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación
de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una
participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que puedan
favorecerla y hacerla crecer.
¿Ves
en tu parroquia algún tipo de discrimen sobre los divorciados?
¿Crees
que la catequesis sobre el matrimonio atiende estos asuntos?
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