Capitulo
II. Realidad y desafíos de las familias
31.
El bien de la
familia es decisivo para el futuro del mundo y de la iglesia.
Situación
actual de la familia
32.
«Fieles a las
enseñanzas de Cristo miramos la realidad de la familia de hoy en toda su
complejidad, en sus luces y sombras […] En el contexto de varias décadas, los
Obispos de España ya reconocían una realidad doméstica con más espacios de
libertad, «con un reparto equitativo de cargas, responsabilidades y tareas […]
Pero «somos conscientes de la dirección que están tomando los cambios
antropológicos-culturales, en razón de los cuales los individuos son menos
apoyados que en el pasado por las estructuras sociales en su vida efectiva y
familiar ».
33.…
«hay que
considerar el creciente peligro que representa un individualismo exasperado que
desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada componente de
la familia como una isla, haciendo que prevalezca, en cierto casos, la idea de
un sujeto que se construye según sus propios deseos asumidos con carácter
absoluto »…
…se aprecia una
personalización que apuesta por la autenticidad…Es un valor que puede promover
las distintas capacidades y la espontaneidad, pero que, mal orientado, puede
crear actitudes de permanente sospecha, de huida de los compromisos, de
encierro en la comodidad, de arrogancia.
34.
Si estos riesgos
se trasladan al modo de entender la familia, esta puede convertirse en un lugar
de paso, al que uno acude cuando le parece conveniente para sí mismo o donde
uno va a reclamar derechos, mientras los vínculos quedan abandonados a la
precariedad voluble de los deseos y las circunstancias. En el fondo, hoy es
fácil confundir la genuina libertad con la idea de que cada uno juzga como le
parece, como si más allá de los individuos no hubiera verdades, valores,
principios que nos orienten, como si todo fuera igual y cualquier cosa debiera
permitirse. En ese contexto, el ideal matrimonial, con un compromiso de
exclusividad y de estabilidad, termina siendo arrasado por las conveniencias
circunstanciales o por los caprichos de la sensibilidad. Se teme la soledad, se
desea un espacio de protección y fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor
a ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las
aspiraciones personales.
¿Sigue existiendo en
tu familia un entorno de apoyo social afectivo como era en su mayoría el de
nuestros padres?
¿Ves en tus hijos o
en los jóvenes de hoy algunos de los rasgos que describe el Papa en los números
33 y 34? ¿Cómo te enfrentas con ellos?
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