1.1. Celebrar la Pascua del Señor
Los primeros cristianos celebraban
la resurrección del Señor cada domingo. El primer día de la semana, el mismo en
que Jesús resucitó, todos los creyentes se reunían para celebrar la Eucaristía.
En esta celebración, repitiendo los gestos y palabras de Jesús en la última
cena, hacían memoria de su entrega por nosotros y de su gloriosa resurrección.
No es de extrañar que en estas primeras celebraciones se leyeran relatos de la
pasión de Jesús y del descubrimiento de la tumba vacía por parte de los
primeros discípulos.
Muy pronto, además de la
celebración del domingo o Pascua semanal, los cristianos de inicios del siglo
II comienzan a recordar la resurrección de Cristo en el mismo día en que
sucedió. Esta Pascua anual se fijó, tal y como se celebra ahora, en el domingo
siguiente a la primera luna llena de la primavera. El contenido de esta fiesta
era, sobre todo, bautismal, ya que en esa noche eran bautizados y participaban
por primera vez de la Eucaristía los nuevos cristianos.
La historia de la celebración de la
Pascua cambió radicalmente gracias a una mujer consagrada de origen español,
más concretamente de noroeste de la península, llamada Egeria, que decidió allá
por el año 381 peregrinar a la tierra de Jesús. En su viaje fue escribiendo un
relato de todo aquello que iba viendo y, de modo particular, nos describe las
celebraciones de la Pascua en la ciudad de Jerusalén. Egeria nos va narrando
todos los ritos que se suceden ya que la peculiaridad de la celebración en
aquella ciudad era disponer de los lugares exactos donde sucedieron los
acontecimientos finales de la vida de Jesú
Así, Egeria nos refiere la
celebración en el Cenáculo la tarde del jueves, la oración en el Calvario en el
viernes y la adoración de la cruz y la fiesta en la noche del sábado al domingo
en el sepulcro.
Con su vuelta a nuestras tierras,
el relato de Egeria se fue difundiendo por todo el mundo cristiano y en muchos
lugares se quiso imitar lo que ella nos contaba de Jerusalén. Al no disponer de
los lugares exactos, se pensó como solución el convertir el templo en la ciudad
de Jerusalén durante una semana. Esta es la clave de la Semana Santa cristiana:
nuestra iglesia se convierte en la ciudad santa. Así, el jueves nos reunimos en
el Cenáculo, el viernes al pie de la cruz en el Calvario y el sábado en la
noche en la intimidad del sepulcro.
Celebrar, pues, la Pascua del
Señor, es trasladarnos espiritualmente a la ciudad de Jerusalén en los tiempos
de Jesús, para acompañarle paso a paso en su entrega redentora, para hacer
presente, hoy, su presencia viva que nos salva.
1.2. Una Semana Santa diferente
La celebración de la
Semana Santa de ese año 2020 es muy diferente. La crisis sanitaria provocada
por el COVID-19 y las disposiciones tanto de la autoridad civil como de la
eclesial para evitar los contagios masivos de este virus hace imposible que
podamos reunirnos como comunidad cristiana en torno al altar del Señor para
recordar los misterios que nos dieron la salvación.
Para los cristianos no
poder celebrar juntos estos días es verdaderamente duro porque la riqueza
espiritual de estas fiestas nos ayudan en el camino de nuestra fe y marcan de
un modo significativo nuestra vida cristiana.
Sin embargo, los medios
de comunicación social, especialmente la televisión e Internet nos permiten
estar más comunicados que nunca y hacen posible poder vivir las celebraciones
desde casa.
Así, esta Semana Santa
será diferente en cuanto al modo concreto de celebrarla, pero no debe ser
distinta en cuanto a la vivencia espiritual de la pasión, muerte y resurrección
de Cristo.
2. DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
El Domingo de Ramos, como
tal, no forma parte del Triduo Pascual sino que es como su pórtico. La Iglesia
celebra este domingo dos aspectos: por una parte, la entrada del Señor en la
ciudad de Jerusalén, y por otra, la Pasión del Señor. De ahí el nombre mismo de
este domingo.
La celebración tiene, pues, dos partes. En la primera
se hace memoria de la entrada del Señor en Jerusalén con la bendición y
procesión con los Ramos. En la segunda, ya en el templo, se celebra la Pasión
del Señor Jesús cuyo centro es la lectura del relato según san Mateo y la
actualización de este misterio que se da en la misma Eucaristía.
2.1. Celebrar la entrada de Jesús en Jerusalén
Esta
breve celebración está pensada para celebrarla en familia en la víspera del
Domingo de Ramos. También puede utilizarse para la oración personal.
MONICIÓN INICIAL
Guía:
“¡Hosanna al Hijo de David!”. Con la
celebración del Domingo de Ramos la Iglesia nos disponemos a inaugurar la
Pascua del Señor. Pero ésta no es una Pascua cualquiera, ésta es su Pascua,
aquella cuya sangre, la del Cordero inmolado, víctima por nuestros pecados, nos
alcanzará la verdadera liberación de la esclavitud del pecado y de la muerte.
Signo de esta Pascua verdadera y definitiva es esta entrada regia en Jerusalén,
ciudad del gran rey: los ramos con que Jesús es aclamado como hijo de David son
el anuncio de su Pasión gloriosa, voluntariamente aceptada. Para esta hora Cristo
ha venido al mundo, vivamos su entrega unidos a Él, metidos en su Corazón, en
sus sentimientos más hondos: si con Él morimos, viviremos con Él.
ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS
Guía:
Por este motivo, recordando con fe y devoción
la entrada salvadora, escuchemos la Palabra del Señor para que, participando de
su cruz por la gracia merezcamos un día tener parte en su resurrección y vida.
LECTURA DEL EVANGELIO
Lector:
+ Del Evangelio según san
Mateo. Mt 21, 1-11
CUANDO
se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, en el monte de los Olivos, envió
a dos discípulos diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente, encontraréis
enseguida una borrica atada con su pollino, los desatáis y me los traéis. Si
alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá
pronto».
Esto ocurrió para que se cumpliese lo dicho por medio del
profeta:
«Decid a la hija de Sión:
“Mira a tu rey, que viene a ti,
humilde, montado en una borrica, en un pollino, hijo de acémila”».
Fueron los discípulos e hicieron lo que les
había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus
mantos, y Jesús se montó. La multitud alfombró el camino con sus mantos;
algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada.
Y la gente que iba delante y detrás gritaba:
«¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna
en las alturas!».
Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se
sobresaltó preguntando: «¿Quién es este?». La multitud contestaba: «Es el
profeta Jesús, de Nazaret de Galilea».
Palabra
del Señor.
Todos:
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se
puede hacer ahora un momento de silencio para meditar la Palabra proclamada.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Guía:
Pidamos ahora Dios Padre, que por nosotros
entregó a su Hijo Jesús a la muerte y lo levantó sobre todo, como Mediador
nuestro. Lector:
-
Por la Iglesia, que se
prepara para celebrar los misterios de la Pasión, muerte y resurrección de
Cristo; que, unida a Él, como a su esposo, se vea renovada en la caridad y
proponga siempre a los hombres la salvación que viene de la cruz gloriosa de
Cristo. Roguemos al Señor.
-
Por nuestra nación y por
todas las naciones del mundo, para que Cristo, rey de paz, instaure en todas
las sociedades humanas el suave y poderoso reinado de la nueva ley del amor.
Roguemos al Señor.
-
Por todos aquellos que,
como Cristo, se encuentran abandonados y humillados, para que, unidos a su cruz
salvadora, completen con sus sufrimientos lo que falta a la Pasión de Cristo.
Roguemos al Señor.
-
Para que el Señor siga
fijando sus ojos en muchos niños y jóvenes de nuestras parroquias que,
siguiendo la llamada al sacerdocio, continúen transmitiendo su mensaje de
salvación y misericordia a los hombres de nuestro tiempo. Roguemos al Señor.
-
Para que el Señor auxilie
a todos los enfermos por el coronavirus, dé fortaleza a sus familias y a
aquellos que los atienden y cuidan. Roguemos al Señor.
-
Por nosotros, que nos
disponemos a vivir estos días santos unidos a la cruz de Cristo, para que
abramos nuestro corazón a su gracia y a su misericordia, y por la celebración
de su Misterio Pascual, renueve en nosotros el don de la vida nueva de hijos de
Dios. Roguemos al Señor. Se pueden incluir alguna
intención particular.
PADRE NUESTRO
Guía:
Concluyamos nuestra oración como el Señor Jesús nos
enseñó: Todos: Padre nuestro…
ORACIÓN FINAL
Guía:
DIOS todopoderoso y
eterno,
que hiciste que nuestro Salvador se encarnase y soportara
la cruz para que imitemos su ejemplo de humildad,
concédenos, propicio, aprender las enseñanzas de la
Pasión y
participar de la resurrección gloriosa. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
Guía:
(mientras todos hacen la señal de la cruz)
El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la vida eterna. Todos: Amén.
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