I. Objetivo de la misión
Documento:
Apostolicam Autositatem 6 (Sobre el apostolado de los seglares) –
Concilio Vaticano II
Redenptoris Missio 11 - (Sobre la
permanente validez del mandato misionero) - San Juan Pablo II
Compendio: “El apostolado,
pues, de la Iglesia y de todos sus miembros se ordena, ante todo, al mensaje de
Cristo, que hay que revelar al mundo con las palabras y con las obras, y a comunicar
su gracia. Esto se realiza principalmente por el ministerio de la palabra y de
los sacramentos, encomendado especialmente al clero, en el que los seglares tienen
que desempeñar un papel importante, por ser “cooperadores de la verdad” (1 Jn
1,8).
… este Sagrado Concilio exhorta
cordialmente a los seglares, a cada uno según las dotes de su ingenio y según
su deber, a que cumplan diligentemente su misión, conforme a la mente de la
Iglesia, aclarando los principios cristianos, defendiéndolos y aplicándolos
convenientemente a los problemas actuales.
En efecto, <Dios quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad> (1
Tm 2,4). Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La
salvación se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moción del Espíritu
de verdad están ya en el camino de la salvación; pero la Iglesia a quien esta
verdad ha sido confiada, debe ir al ENCUENTRO de los que la buscan para
ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de salvación, la iglesia debe
ser misionera.”
Referencias bíblicas:
a)
Mt 5,16 - “Así ha de lucir vuestra luz ante los
hombres, para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre, que
está en los cielos”
b)
2 Cor 5, 14 - “la caridad de Cristo nos urge”.
c)
1 Cor 9, 16 – “¡Ay de mi si no evangelizare!”
Reflexión:
Pablo, nos da una
clave para asumir con verdadera entrega y entusiasmo el apostolado en nombre de
la Iglesia. Pues si a través de la catequesis, de los movimientos y grupos de
la Iglesia, de nuestro testimonio de vida, de cada una de las actividades que
realizamos como comunidades eclesiales no evangelizamos, ¿de qué sirven todos
estos esfuerzos? Es pues, urgente, practicar el amor de Cristo.
En Clave Sinodal
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