“Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.» “
El Señor nos ha llamado a ser hombres nuevos y para ello nos ha enviado Su Espíritu.
Por esto, no podemos recibir su gracia y continuar siendo mantos y odres viejos. Quizás esa sea la razón de que seguimos siendo los mismos de siempre y haciendo lo mismo de siempre.
Pidamos hoy al Señor que siga transformando nuestras vidas con su vino nuevo y que se nos note que somos hombres nuevos.
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