Sobre la Guerra
Finalizada la Cumbre de la OTAN en España, vemos cómo los líderes de las naciones que dominan el mundo vuelven a insistir en el uso de las armas como disuasivo para que haya paz.
Para la defensa de la paz, el Catecismo de la Iglesia Católica expone lo siguiente:
Tercera parte: la vida en Cristo
III.
2302 Recordando el precepto: “no matarás” (Mt 5,21), nuestro Señor pide la paz del corazón y denuncia la inmoralidad de la cólera homicida y el odio…
2304 El respeto y el desarrollo de la vida humana exigen la paz. La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra, sin la salvaguarda de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto a la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad. Es la “tranquilidad del orden” (S, Agustín), Es obra de la justicia (cf Is 32,17) y efecto de la caridad (cf Gaudium Spes 78, 1-2)
2306 Los que renuncian a la acción violenta y sangrienta y recurren para la defensa de los derechos del hombre a medios que están al alcance de los mas débiles, dan testimonio de caridad evangélica, siempre que esto se haga sin lesionar los derechos y obligaciones de los otros hombres y de las sociedades, Atestiguan legítimamente la gravedad de los riesgos físicos y morales del recurso a la violencia con sus ruinas y sus muertes (cf Gaudium Spes 78,5).
2307 El quinto mandamiento condena la destrucción voluntaria de la vida humana. A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, la Iglesia insta constantemente a todos a orar y actuar para que la Bondad divina nos libre de la antigua servidumbre de la guerra (cf Gaudium Spes 81,4)
2308 Todo ciudadano y todo gobernante están obligados a empeñarse en evitar las guerras.
Sin embargo, “mientras exista el riesgo de la guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacifico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa” (cf Gaudium Spes 79,4).
(Esta autoridad internacional deberían ser las Naciones Unidas, que, con el poder de veto de las Potencias, es inoperante en estos casos. Por eso aún siguen las guerras.)
2309 Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar…Es preciso a la vez:
- Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.
- Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.
- Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
- Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar.
2312 La Iglesia y la razón humana declaran la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. “una vez estallada desgraciadamente la guerra, no todo es lícito entre los contendientes” (cf Gaudium Spes79, 4).
2313 Es preciso respetar y tratar con humanidad a los no combatientes, a los soldados heridos y a los prisioneros.
Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales, como a sí mismo las disposiciones que las ordenan, son crímenes. Una obediencia ciega no basta para excusar a los que se someten a ella. Así, el exterminio de un pueblo, de una nación o de una minoría étnica deben ser condenado como pecado mortal. Existe la obligación moral de desobedecer aquellas decisiones que ordenan genocidios.
2314 “toda acción bélica que tiende indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de amplias regiones con sus habitantes, es un crimen contra Dios y contra el hombre mismo, que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones. (Gaudium Spes 80,4).
2315 La acumulación de armas es para muchos como una manera paradójica de apartar de la guerra a posibles adversarios. Ven en ella el mas eficaz de los medios, para asegurar la paz entre las naciones. Este procedimiento de disuasión merece severas reservas morales. La carrera de armamentos no asegura la paz. En lugar de eliminar las causas de la guerra, corre el riesgo de agravarlas. La inversión de riquezas fabulosas en la fabricación de armas siempre más modernas impide la ayuda a los pueblos indigentes (cf Populorum Progressio 53), y obstaculiza su desarrollo. El exceso de armamento multiplica las razones de conflictos y aumenta el riesgo de contagio.
2316 La producción y el comercio de armas atañen hondamente al bien común de las naciones y de la comunidad internacional. Por tanto, las autoridades tienen el derecho y el deber de regularlas…
2317 Las injusticias, las desigualdades excesivas de orden económico o social, la envidia, la desconfianza y el orgullo, que existen entre los hombres y las naciones, amenazan sin cesar la paz y causan la guerra. Todo lo que se hace para superar estos desórdenes contribuya a edificar la paz y evitar la guerra.
(Juzgue usted quien es responsable por la guerra de Ukrania y Rusia, o, ambos lo son junto a otros países e instituciones)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario