En su Exhortación Apostólica postsinodal Christifideles laici de 1987, “Sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo”, San Juan Pablo II escribe como si estuviera hablándonos en el momento que actualmente estamos viviendo en el mundo y en la Iglesia.
EL BAUTISMO Y LA NOVEADAD CRISTIANA
10. Para describir la «figura» del fiel laico consideraremos
ahora de modo directo y explicito – entre otros- … tres aspectos fundamentales:
el Bautismo nos regenera a la vida de los hijos de Dios; nos une a
Jesucristo y a su Cuerpo que es la Iglesia; nos unge en el Espíritu Santo constituyéndonos
en templos espirituales.
Hijos en el Hijo
11… el apóstol Pedro… designa a los cristianos como aquellos
que «no
han sido reengendrados de un germen corruptible, sino incorruptible, por medio
de la Palabra de Dios viva y permanente (1 Pe 1, 23) …
… Se cumple así en la historia de cada uno el eterno designio del
Padre: «a los que de antemano conoció, también los predestino a reproducir la
imagen de su Hijo, para que Él fuera el primogénito entre muchos hermanos» (cf.
Rom 8,29) …
…El espíritu santo es quien constituye a los bautizados en Hijos
de Dios y, al mismo tiempo en miembros del Cuerpo de Cristo. (1 Co 12,13) …
Un solo cuerpo en Cristo
12… los bautizados son inseparablemente «miembros
de Cristo y miembros del cuerpo de la Iglesia», como ensena el Concilio de
Florencia…
El Bautismo significa y produce una incorporación mística
pero real al cuerpo crucificado y glorioso de Jesús. (cf. Rom 6, 3-5)… «Todos
los que habéis sido bautizados en Cristo- proclama el apóstol Pablo- os habéis
revestido de Cristo» (Ga 3,27; cf. Ef 4, 22-24; Col 3, 9-10).
Templos vivos y santos del Espíritu
13… el apóstol Pedro define a los bautizados como «piedras
vivas»
cimentadas en Cristo, la «piedra angular», y destinados a la «construcción
de un edificio espiritual» (1P 2, 5 ss.) …
El Espíritu Santo «unge» al bautizado, le imprime su
sello indeleble (cf. 2 Co1, 21-22), y lo constituye en templo espiritual; es
decir, le llena de la santa presencia de Dios gracias a la unión y conformación
con Cristo…
Con esta «unción» espiritual, el cristiano puede, a su
modo, repetir las palabras de Jesús: «El Espíritu del Señor esta sobre mí, por
lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado a proclamar
la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, y a poner en libertad a
los oprimidos, y a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc4, 18-19; cf. Is
61, 1-2). De esta manera, mediante la efusión bautismal y crismal, el bautizado
participa de la misma misión de Jesús el Cristo, el Mesías salvador.