Sin embargo, ese Dios en quien tenemos que creer es un Dios de misericordia, que nos llama a la libertad en el espíritu. Ya nos lo decía el Maestro :" Conocerán la Verdad y la Verdad les hará libres". o como lo resumía San Agustín" "Ama y haz lo que quieras".
Hay un soneto antiguo que nos llama al amor incondicional, libre y sin temores humanos hacia ese Dios-Amor.
No me mueve, mi Dios, para quererte
(Anónimo)
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Rompamos las cadenas del temor a amar a Dios y a los hombres y nos sentiremos más abiertos a darnos y a expresar la alegría de ser hijos de Dios.
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