En nuestra sociedad son un buen número los católicos y no católicos que se han identificado con el cuido de la creación, sobre todo de los animales. Y aunque San Francisco de Asís manifestó, como seguidor de Cristo, el amor que se le debía dar como hermanos a todas las criaturas de esta tierra, pienso que el supo reconocer la supremacía de la dignidad del ser humano sobre todos los demás seres creados por Dios. Esta verdad es la que vemos constantemente ausente, a veces de forma escandalosa, en el trato del hombre moderno con respecto a los animales.
En cuanto a legislación para proteger el maltrato de los animales la han igualado en muchas instancias a la que reciben los seres humanos. Y de su alimentación, vestido, albergue y cuidado médico ni se diga. Son millones los hombres, mujeres, niños y niñas que no tienen para subsistir ni una cuarta parte de lo que se gasta en los animales. Y cuántos se preocupan más por los animales deambulantes que por los humanos sin techo. Esto tiene que ser una afrenta para todo católico.
Démosle el justo valor a cada cosa y seamos comedidos en lo que invertimos en nuestras mascotas. Si ellas son nuestra única compañía porque no tenemos a mas nadie para expresarle nuestro cariño, perfecto. Más si no es así busquemos primero la compañía de un familiar, amigo, vecino, hermano en la fe con quien compartir nuestro amor, lo demás vendrá por añadidura.
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