Nos dice el "Ritual de los Sacramentos" en el número 4, Capítulo I, I.13. que "La más perfecta participación de la celebración eucarística es la comunión sacramental recibida dentro de la misa."
Y en el 4.II.5 nos señala que " El fin primero y primordial de la reserva (en el Sagrario) es la administración del Viático; los fines secundarios son la distribución de la comunión y la adoración de nuestro Señor Jesucristo presente en el sacramento".
El Catecismo de la Iglesia Católica no ilustra también al respecto.
1378 El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillandonos o inclinando- nos profundamente en señal de adoración al Senor. "La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión" (MF 56).
1379 El sagrario tabernáculo) estaba primeramente designado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia.
1380 Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por nuestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "hasta el fin" (Jn 13, 1), hasta el don de su vida. En efecto, en su Presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor:
La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad de! culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos de! mundo. No cese nunca nuestra adoración (Juan Pablo II, lit. Dominicae cenae,3).
Demos pues el culto a Dios como manda la Iglesia, sabiendo que ya sea ante el Sagrario o ante el Santísimo este encuentro personal con Jesús debe llevarnos a querer comulgarle.
La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad de! culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos de! mundo. No cese nunca nuestra adoración (Juan Pablo II, lit. Dominicae cenae,3).
Demos pues el culto a Dios como manda la Iglesia, sabiendo que ya sea ante el Sagrario o ante el Santísimo este encuentro personal con Jesús debe llevarnos a querer comulgarle.
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