Ensayo – William Quintana
Nieves
El camino de la Historia del Hombre sobre la Tierra tomó infinitas
vertientes. Al final, o en el trayecto de cada una de ellas se fueron fundando
los clanes, las tribus, los pueblos, las naciones. En esa multiplicidad de
rutas que exploró el hombre primitivo, ya por tierra ya por mar, llegaron sus
descendientes al Caribe. De los araucas suramericanos surgen los taínos, dando
comienzo así a nuestra herencia nativa.
Y aunque no existe hoy, por causa de La Conquista, un taíno puro en su
Borikén, sólo hay que escuchar nuestro vocabulario cotidiano o leer los
numerosos estudios genéticos que se han realizado para darnos cuenta que esa
raza que decidió sentar sus bases en nuestro país vive aún en cada uno de
nosotros. Sobre todo, conocemos hoy por los estudios arqueológicos realizados
que la cultura taína conquistó las grandes islas del mar Caribe, imponiendo su
cultura: con su lenguaje, con su religión, sus conocimientos en el cultivo de la tierra y su organización
social. De entre estos hombres y mujeres surgen los primeros defensores de
nuestra tierra, que era su Patria. Uno de ellos, precisamente nacido en la
comarca sureña que incluye hoy a Ponce, lo fue Agueybaná el Bravo. Por su lucha
hasta la muerte contra quienes habían invadido su territorio y les esclavizaban
sin piedad, es Agueybaná el Bravo sin duda nuestro primer patriota: símbolo del
que defiende a su gente, su cultura y su independencia.
Junto a los que buscaban tesoros y comercio llegó también la Iglesia.
Una Iglesia, que aunque unida al Imperio y cómplice con el en muchas
barbaridades, fue abriendo brechas en
favor de los indios, y de los negros esclavos, proveyendo formación y educación
a todos los niveles de la nación que iba surgiendo. Cabe destacar a nuestro
primer Obispo nativo, don Juan Alejo de Arizmendi. Con la nueva potencia
invasora del Norte, la Iglesia Católica representó un frente de lucha en defensa de lo que era ya la
puertorriqueñidad: logró que la Iglesia de Puerto Rico permaneciera fuera de la influencia de la Iglesia de los
EUA, defendió nuestro idioma y nuestra cultura latinoamericana. Prominentes
líderes religiosos y patriotas católicos dieron su vida por la reivindicación
de nuestra independencia. Destacan entre muchos, Monseñor Antulio Parrilla y
Don Pedro Albizu Campos. Hoy podemos incluir entre ellos a nuestro actual
Arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves.
Toda esta trayectoria histórica significa algo transcendental para
nuestro futuro como nación. Significa que, no empece a los atropellos, vejaciones y a los complejos
de pueblo incapaz de nada, que nos han hecho creer los servidores de los
Imperios que nos han dominado y aún nos dominan, somos una nación que todavía
resiste. Más aún, que todavía existe y vive. No hay más que ver los
innumerables logros que como individuos y colectivamente seguimos logrando a
nivel mundial, en las ciencias, en la literatura, en la música, en el deporte,
en el arte; en fin, en todos los campos de la sabiduría humana. Esto nos hace no
menos que iguales a tantas otras naciones, más pequeñas y con menos recursos,
que son hoy en día las economías triunfantes del mundo. Por ejemplo: Singapur y
Estonia. No perdamos pues, la fe y la confianza, en nuestras potencialidades.
Si
algún día nuestra Patria desaparece será porque hemos dejamos de ser
puertorriqueños. Y esa sería la mayor traición a nosotros mismos. ¡Despierta
boricua, con valor y sacrificio lo lograremos!
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