jueves, 6 de septiembre de 2018

#454 - Así se creo nuestra Patria 3

Nuestro arzobispo metropolitano, Roberto Gonzalez ha contribuido también de manera patriótica a la lucha por nuestra identidad como nación. 

Veamos algo de lo que el mismo reflexiona en una de sus Cartas Pastorales. 

Carta Pastoral “Prediquemos al Cordero Sacrificado y Victorioso: la Nueva Evangelización y los Cimientos Religiosos de Puerto Rico – Roberto Octavio González Nieves

El 21 de septiembre de 2010, mediante la Carta Apostólica, Ubicumque et Semper, Benedicto XVI, instituyó el Pontificio consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. (No. 4)

“…la condición es que se rehaga la trabazón cristiana de las mismas comunidades eclesiales que viven en estos países y naciones”. (No. 4.1)

Hace más de quinientos años, los misioneros que llegaron de España  y las primeras generaciones de creyentes pusieron los cimientos de una sociedad y nación cristiana. Nos ampararon bajo la protección del Cordero de Dios, símbolo nacional que aparece en los escudos de Puerto Rico y de la ciudad de San Juan Bautista. (No.5)

El primero es el emblema heráldico más antiguo de América… (No. 5)

El Cordero, manso y humilde de corazón, abraza la bandera con la cruz de la resurrección. Es símbolo de humildad, pureza, integridad y paz. En la versión del escudo de la ciudad de San Juan se repiten las alusiones a Cristo y al Precursor, pero ahora el Cordero se presenta de pie sobre una roca y en señal de resurrección, de victoria sobre el pecado… (No. 6)

Puerto Rico se fundó sobre los cimientos del Evangelio, sobre la fe de la Iglesia Católica. A lo largo de los siglos, ¿hemos sido fieles a la misión evangelizadora de la Iglesia? ¿Hemos mejorado el proyecto de Patria? ¿Anhelamos construir un Puerto Rico más digno, seguro, fraterno y religioso? No conviene insistir en un esfuerzo meramente material, pragmático y deshumanizado, que a la corta y a la larga aniquile los tesoros de nuestra idiosincrasia e identidad. Es necesario partir de una renovación espiritual, personal, familiar y colectiva, y de una formación educativa en valores éticos y patrióticos. Cada ciudadano puede asumir su papel ante la historia y la eternidad. (No. 7)

El 8 de agosto de 1511, mediante la bula Romanus Pontifex el Papa Julio II creó la Diócesis de la Isla de San Juan Bautista, junto a las de Santo Domingo y la de Concepción de la Vega. En la misma bula nombro a los tres primeros obispos. El 25 de diciembre de 1512 llego a nuestras tierras borincanas nuestro primer obispo, Don Alonso Manso, quien a su vez se convirtió en el primer Obispo en ocupar y dirigir una diócesis en América. (No.8)

La Iglesia se ha esforzado y se esfuerza para que nuestro pueblo siempre sea fiel a su origen cristiano, que los principios evangélicos sirvan para iluminar nuestro quehacer cultural, nacional, social, religioso, educativo, artístico, económico, político, jurídico, legislativo y gubernamental. (No. 10)

En nuestros tiempos, la Nueva Evangelización nos mueve a impulsar, de manera especial, la doctrina social de la Iglesia. Es menester recalcar esto, pues existe una mentalidad moderna que pretende restringir el campo de acción de la Iglesia a lo puramente religioso y lo espiritual con el interés de negarle todo tipo de participación en asuntos sociales que afectan al ser humano, y que deben estar iluminados por su dimensión transcendental. (No. 13)

La doctrina social de la Iglesia no es para la Iglesia un privilegio, una digresión, una ventaja o una injerencia: es su derecho a evangelizar el ámbito social, es decir, a hacer resonar la palabra liberadora del Evangelio en el complejo mundo de la producción, del trabajo, de la empresa, de la finanza, del comercio, de la política, de la jurisprudencia, de la cultura, de las comunicaciones sociales, en que el hombre vive. (No. 14.6)

Este derecho es al mismo tiempo un deber, por que la Iglesia no puede renunciar a el sin negarse a si misma y su fidelidad a Cristo… “no se debe reducir erróneamente el hecho religioso a la esfera meramente privada” (Compendio de la Doctrina Social No.71), por otro lado no se puede orientar el mensaje cristiano hacia una salvación puramente ultraterrena, incapaz de iluminar su presencia en al tierra. (No.14.7)

La violencia no puede ser parte de nuestra cultura. No podemos verla como un fenómeno social al cual tenemos que acostumbrarnos… (No. 18)

La solución de la violencia es un asunto de todos. Como padres, madres, hijos e hijas, educadores, catequistas, religiosos, empleados públicos, personas dedicadas a las artes, la economía, las finanzas y políticos, podemos aportar a la paz y combatir la violencia. (No. 19)

Cada familia puertorriqueña debe ser una escuela de la fe y del amor, fuente de valores humanos y cívicos, un verdadero hogar en que la vida humana se acoge, se forma y se educa con los más altos valores de respeto y dignidad. (No. 21)

…el reconocimiento y la promoción de la estructura natural de la familia, como unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, no son negociables. (No. 22)

el adulterio…se opone a una de las condiciones que pertenece a la base del matrimonio como es la fidelidad entre marido y mujer. (No. 26)

el trabajo es una bendición primordial del Creador, una actividad que debe permitir al individuo realizarse, debe ofrecer un servicio a nuestra nación puertorriqueña, para adquirir bienes y propiedad, pero sobre todo, debe ser una manera de resaltar y promover su dignidad… (No. 32)

La Iglesia ha insistido en la importancia de que las relaciones entre el mundo del trabajo, de la economía, del mercado y de las instituciones financieras se fundamenten sobre los principios morales y éticos que brotan del Evangelio de Cristo. (No. 34)

Urge que se tomen las medidas más adecuadas para que se creen más y mejores empleos, justamente remunerados y, de esa manera, mejorar la calidad de vida. (No.35)

…los momentos que vivimos exigen con urgencia que, en la convivencia humana en nuestro querido Puerto Rico, cada persona. Cada sector civil, religioso, político, gubernamental seamos capaces de dialogar y lograr acuerdos que favorezcan el bien común a pesar de que haya algunas posiciones que no son negociables.  Estas diferencias no deben ser razón para que no haya diálogo y acuerdo. …no es con los antagonismos que podremos buscar soluciones… tenemos que recurrir todos a la buena voluntad, a la escucha, al mutuo respeto, al dialogo, al esfuerzo de búsqueda leal y perseverante. (No. 36)

…tenemos dos grandes desafíos: la creación de empleos y el establecimiento de las condiciones necesarias para que un sector de nuestra población opte por dejar la dependencia de las ayudas gubernamentales y unirse a la fuerza trabajadora para poder así aportar al desarrollo económico del país. (No. 38)

Puerto Rico necesita fomentar la cultura del trabajo y desalentar la cultura de la pura dependencia. (No. 39)

El gran desafío y oportunidad que la preocupante crisis económica del momento invita a saber aprovechar, consiste en encontrar una nueva síntesis entre bien común y mercado, entre capital y trabajo. (No. 41)

Puerto Rico debe ir avanzando hacia relaciones económicas solidarias con las diversas economías del mundo, tanto para desarrollar la propia como para contribuir con las economías de naciones mas pobres. (No. 45)

En el nuevo contexto de la globalización y la interdependencia entre los países, es un hecho que una economía isleña deberá ser una economía abierta. Puerto Rico puede impulsar una política de diversificación de exportaciones. La región caribeña y centroamericana parece estar lista para que empecemos un esfuerzo serio de exportación de servicios allí. (No. 46)

No puede haber un repunte económico pleno y satisfactorio, si no hay un repunte espiritual. Este repunte comienza en el corazón humano. En el corazón de cada ser humano que legisla, que gobierna, que hace política pública, que imparte justicia, que dirígela banca, las finanzas, las industrias. (No. 48)

Solamente un humanismo abierto al Absoluto nos puede guiar en la promoción y realización de formas de vida social y civil, protegiéndonos del riesgo de quedar apresados en las modas del momento. (No. 49)

… el gobierno, las industrias, los contribuyentes, los ciudadanos, los hombres y mujeres de fe debemos examinar como administramos los dones y recursos que Dios nos ha dado. ¿Utilizamos los fondos públicos para fines lícitos, para promover el bien común, con fines ético? ¿Somos responsables con las finanzas públicas? ¿Fomentamos la justicia contributiva? Como contribuyentes: ¿contribuimos al gobierno como es debido? ¿Evadimos las contribuciones? Como ciudadanos: ¿somos personas dispuestas a ganarnos el pan con el sudor de la frente? ¿O preferidos la cultura del ocio? O, pudiendo trabajar, ¿preferimos sostenernos con las ayudas gubernamentales que caen presuntamente como maná del cielo? ¿Somos solidarios con los menos afortunados, con los más pobres y marginados? (No.50)

De todos los recursos que tiene Puerto Rico, el ser humano es el mejor y más valioso. (No. 51)

Puerto Rico tiene su propia historia, sus raíces, sus tradiciones, su idioma español, su cultura, es decir, su identidad particular… los elementos y el cuido del puertorriqueño y la puertorriqueña han hecho germinar lo que denominamos la identidad nacional que es fruto del encuentro de lo humano con la divino. (No. 52)

En lugar de reprimir la libre expresión y el ejercicio de los derechos democráticos, urge honrar los símbolos que nos distinguen, que enaltecen nuestra dignidad e identidad personal y colectiva. (No. 57)

…ante la profunda crisis de identidad de nuestro pueblo y en medio del desasosiego social del país, me motiva a decir que ha sonado la hora de preguntarnos: ¿estamos ante los síntomas de un deterioro crónico? ¿Qué les sucede a las instituciones de nuestra patria? ¿Qué valores rigen en la conciencia de sus dirigentes y ciudadanos en todas las esferas del quehacer político, gubernamental, económico, educativo, religioso, civil, laboral, sindical, artístico y cultural? (No. 58)

Nuestra crisis de identidad cultural nos impide el desarrollo pleno del ser personal y colectivo, al tiempo que tiene efectos profundamente negativos y adversos para el desarrollo saludable de nuestra nación puertorriqueña porque nos limita a la hora de reconocernos, entendernos y amarnos tal y como el Creador nos ha creado. Puerto Rico está en peligro de desaparecer. ¿Queremos que Puerto Rico desaparezca? (No. 59)

Cada puertorriqueño y cada puertorriqueña debe realizar un esfuerzo por descubrir o redescubrir sus raíces culturales, por reconciliarse con ellas, por no caer ante el riesgo del eclecticismo cultural que implica el rebajamiento de lo propio y la homologación de los comportamientos y de los estilos de vida. (No. 60.2)

Ningún país puede sostener una economía solida y dinámica sin un proyecto de patria, sin un proyecto individual y colectivo, de estar trabajando por mejorar la calidad de vida de su nación y de un sano orgullo de su particular identidad cultural. Se edifica la Patria amándola y sacrificándose por ella. (No. 60.3)

Desde la perspectiva religiosa, y según lo expresado en mi carta pastoral Patria, nación e identidad: don indivisible del amor de Dios, el Creador nos creo libres y con una identidad particular. (No. 61)

¡Amemos a nuestra Patria y sus símbolos! (No. 87)

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