Nuestro arzobispo metropolitano, Roberto Gonzalez ha contribuido también de manera patriótica a la lucha por nuestra identidad como nación.
Veamos algo de lo que el mismo reflexiona en una de sus Cartas Pastorales.
Carta Pastoral “Prediquemos al Cordero Sacrificado y Victorioso: la Nueva Evangelización y los Cimientos Religiosos de Puerto Rico – Roberto Octavio González Nieves
Veamos algo de lo que el mismo reflexiona en una de sus Cartas Pastorales.
Carta Pastoral “Prediquemos al Cordero Sacrificado y Victorioso: la Nueva Evangelización y los Cimientos Religiosos de Puerto Rico – Roberto Octavio González Nieves
El 21 de septiembre de
2010, mediante la Carta Apostólica, Ubicumque
et Semper, Benedicto XVI, instituyó el Pontificio consejo para la Promoción
de la Nueva Evangelización. (No. 4)
“…la condición es que
se rehaga la trabazón cristiana de las mismas comunidades eclesiales que viven
en estos países y naciones”. (No. 4.1)
Hace más de quinientos
años, los misioneros que llegaron de España
y las primeras generaciones de creyentes pusieron los cimientos de una
sociedad y nación cristiana. Nos ampararon bajo la protección del Cordero de
Dios, símbolo nacional que aparece en los escudos de Puerto Rico y de la ciudad
de San Juan Bautista. (No.5)
El primero es el
emblema heráldico más antiguo de América… (No. 5)
El Cordero, manso y humilde de corazón, abraza la bandera con la cruz de la resurrección. Es símbolo de humildad, pureza, integridad y paz. En la versión del escudo de la ciudad de San Juan se repiten las alusiones a Cristo y al Precursor, pero ahora el Cordero se presenta de pie sobre una roca y en señal de resurrección, de victoria sobre el pecado… (No. 6)
El Cordero, manso y humilde de corazón, abraza la bandera con la cruz de la resurrección. Es símbolo de humildad, pureza, integridad y paz. En la versión del escudo de la ciudad de San Juan se repiten las alusiones a Cristo y al Precursor, pero ahora el Cordero se presenta de pie sobre una roca y en señal de resurrección, de victoria sobre el pecado… (No. 6)
Puerto Rico se fundó
sobre los cimientos del Evangelio, sobre la fe de la Iglesia Católica. A lo
largo de los siglos, ¿hemos sido fieles a la misión evangelizadora de la
Iglesia? ¿Hemos mejorado el proyecto de Patria? ¿Anhelamos construir un Puerto
Rico más digno, seguro, fraterno y religioso? No conviene insistir en un
esfuerzo meramente material, pragmático y deshumanizado, que a la corta y a la
larga aniquile los tesoros de nuestra idiosincrasia
e identidad. Es necesario partir de una renovación espiritual, personal,
familiar y colectiva, y de una formación educativa en valores éticos y
patrióticos. Cada ciudadano puede asumir su papel ante la historia y la
eternidad. (No. 7)
El 8 de agosto de
1511, mediante la bula Romanus Pontifex el
Papa Julio II creó la Diócesis de la
Isla de San Juan Bautista, junto a las de Santo Domingo y la de Concepción de
la Vega. En la misma bula nombro a los tres primeros obispos. El 25 de
diciembre de 1512 llego a nuestras tierras borincanas nuestro primer obispo,
Don Alonso Manso, quien a su vez se convirtió en el primer Obispo en ocupar y
dirigir una diócesis en América. (No.8)
La Iglesia se ha
esforzado y se esfuerza para que nuestro pueblo siempre sea fiel a su origen
cristiano, que los principios evangélicos sirvan para iluminar nuestro quehacer
cultural, nacional, social, religioso, educativo, artístico, económico,
político, jurídico, legislativo y gubernamental. (No. 10)
En nuestros tiempos,
la Nueva Evangelización nos mueve a impulsar, de manera especial, la doctrina
social de la Iglesia. Es menester recalcar esto, pues existe una mentalidad
moderna que pretende restringir el campo de acción de la Iglesia a lo puramente
religioso y lo espiritual con el interés de negarle todo tipo de participación
en asuntos sociales que afectan al ser humano, y que deben estar iluminados por
su dimensión transcendental. (No. 13)
La doctrina social de
la Iglesia no es para la Iglesia un privilegio, una digresión, una ventaja o
una injerencia: es su derecho a evangelizar el ámbito social, es decir, a hacer
resonar la palabra liberadora del Evangelio en el complejo mundo de la
producción, del trabajo, de la empresa, de la finanza, del comercio, de la
política, de la jurisprudencia, de la cultura, de las comunicaciones sociales,
en que el hombre vive. (No. 14.6)
Este derecho es al
mismo tiempo un deber, por que la Iglesia no puede renunciar a el sin negarse a
si misma y su fidelidad a Cristo… “no se debe reducir erróneamente el hecho
religioso a la esfera meramente privada” (Compendio de la Doctrina Social
No.71), por otro lado no se puede orientar el mensaje cristiano hacia una
salvación puramente ultraterrena, incapaz de iluminar su presencia en al
tierra. (No.14.7)
La violencia no puede
ser parte de nuestra cultura. No podemos verla como un fenómeno social al cual
tenemos que acostumbrarnos… (No. 18)
La solución de la
violencia es un asunto de todos. Como padres, madres, hijos e hijas,
educadores, catequistas, religiosos, empleados públicos, personas dedicadas a
las artes, la economía, las finanzas y políticos, podemos aportar a la paz y
combatir la violencia. (No. 19)
Cada familia
puertorriqueña debe ser una escuela de la fe y del amor, fuente de valores
humanos y cívicos, un verdadero hogar en que la vida humana se acoge, se forma
y se educa con los más altos valores de respeto y dignidad. (No. 21)
…el reconocimiento y
la promoción de la estructura natural de la familia, como unión entre un hombre
y una mujer basada en el matrimonio, no son negociables. (No. 22)
el adulterio…se opone
a una de las condiciones que pertenece a la base del matrimonio como es la
fidelidad entre marido y mujer. (No. 26)
el trabajo es una
bendición primordial del Creador, una actividad que debe permitir al individuo
realizarse, debe ofrecer un servicio a nuestra nación puertorriqueña, para
adquirir bienes y propiedad, pero sobre todo, debe ser una manera de resaltar y
promover su dignidad… (No. 32)
La Iglesia ha
insistido en la importancia de que las relaciones entre el mundo del trabajo,
de la economía, del mercado y de las instituciones financieras se fundamenten
sobre los principios morales y éticos que brotan del Evangelio de Cristo. (No.
34)
Urge que se tomen las
medidas más adecuadas para que se creen más y mejores empleos, justamente
remunerados y, de esa manera, mejorar la calidad de vida. (No.35)
…los momentos que
vivimos exigen con urgencia que, en la convivencia humana en nuestro querido
Puerto Rico, cada persona. Cada sector civil, religioso, político,
gubernamental seamos capaces de dialogar y lograr acuerdos que favorezcan el
bien común a pesar de que haya algunas posiciones que no son negociables. Estas diferencias no deben ser razón para que
no haya diálogo y acuerdo. …no es con los antagonismos que podremos buscar
soluciones… tenemos que recurrir todos a la buena voluntad, a la escucha, al
mutuo respeto, al dialogo, al esfuerzo de búsqueda leal y perseverante. (No.
36)
…tenemos dos grandes
desafíos: la creación de empleos y el establecimiento de las condiciones
necesarias para que un sector de nuestra población opte por dejar la dependencia
de las ayudas gubernamentales y unirse a la fuerza trabajadora para poder así
aportar al desarrollo económico del país. (No. 38)
Puerto Rico necesita
fomentar la cultura del trabajo y desalentar la cultura de la pura dependencia.
(No. 39)
El gran desafío y
oportunidad que la preocupante crisis económica del momento invita a saber
aprovechar, consiste en encontrar una nueva síntesis entre bien común y
mercado, entre capital y trabajo. (No. 41)
Puerto Rico debe ir
avanzando hacia relaciones económicas solidarias con las diversas economías del
mundo, tanto para desarrollar la propia como para contribuir con las economías
de naciones mas pobres. (No. 45)
En el nuevo contexto
de la globalización y la interdependencia entre los países, es un hecho que una
economía isleña deberá ser una economía abierta. Puerto Rico puede impulsar una
política de diversificación de exportaciones. La región caribeña y
centroamericana parece estar lista para que empecemos un esfuerzo serio de
exportación de servicios allí. (No. 46)
No puede haber un
repunte económico pleno y satisfactorio, si no hay un repunte espiritual. Este
repunte comienza en el corazón humano. En el corazón de cada ser humano que
legisla, que gobierna, que hace política pública, que imparte justicia, que dirígela
banca, las finanzas, las industrias. (No. 48)
Solamente un humanismo
abierto al Absoluto nos puede guiar en la promoción y realización de formas de
vida social y civil, protegiéndonos del riesgo de quedar apresados en las modas
del momento. (No. 49)
… el gobierno, las
industrias, los contribuyentes, los ciudadanos, los hombres y mujeres de fe
debemos examinar como administramos los dones y recursos que Dios nos ha dado.
¿Utilizamos los fondos públicos para fines lícitos, para promover el bien
común, con fines ético? ¿Somos responsables con las finanzas públicas?
¿Fomentamos la justicia contributiva? Como contribuyentes: ¿contribuimos al
gobierno como es debido? ¿Evadimos las contribuciones? Como ciudadanos: ¿somos
personas dispuestas a ganarnos el pan con el sudor de la frente? ¿O preferidos
la cultura del ocio? O, pudiendo trabajar, ¿preferimos sostenernos con las
ayudas gubernamentales que caen presuntamente como maná del cielo? ¿Somos
solidarios con los menos afortunados, con los más pobres y marginados? (No.50)
De todos los recursos
que tiene Puerto Rico, el ser humano es el mejor y más valioso. (No. 51)
Puerto Rico tiene su
propia historia, sus raíces, sus tradiciones, su idioma español, su cultura, es
decir, su identidad particular… los elementos y el cuido del puertorriqueño y
la puertorriqueña han hecho germinar lo que denominamos la identidad nacional
que es fruto del encuentro de lo humano con la divino. (No. 52)
En lugar de reprimir
la libre expresión y el ejercicio de los derechos democráticos, urge honrar los
símbolos que nos distinguen, que enaltecen nuestra dignidad e identidad
personal y colectiva. (No. 57)
…ante la profunda
crisis de identidad de nuestro pueblo y en medio del desasosiego social del
país, me motiva a decir que ha sonado la hora de preguntarnos: ¿estamos ante
los síntomas de un deterioro crónico? ¿Qué les sucede a las instituciones de
nuestra patria? ¿Qué valores rigen en la conciencia de sus dirigentes y
ciudadanos en todas las esferas del quehacer político, gubernamental,
económico, educativo, religioso, civil, laboral, sindical, artístico y
cultural? (No. 58)
Nuestra crisis de
identidad cultural nos impide el desarrollo pleno del ser personal y colectivo,
al tiempo que tiene efectos profundamente negativos y adversos para el
desarrollo saludable de nuestra nación puertorriqueña porque nos limita a la
hora de reconocernos, entendernos y amarnos tal y como el Creador nos ha
creado. Puerto Rico está en peligro de desaparecer. ¿Queremos que Puerto Rico
desaparezca? (No. 59)
Cada puertorriqueño y
cada puertorriqueña debe realizar un esfuerzo por descubrir o redescubrir sus
raíces culturales, por reconciliarse con ellas, por no caer ante el riesgo del
eclecticismo cultural que implica el rebajamiento de lo propio y la homologación
de los comportamientos y de los estilos de vida. (No. 60.2)
Ningún país puede
sostener una economía solida y dinámica sin un proyecto de patria, sin un
proyecto individual y colectivo, de estar trabajando por mejorar la calidad de
vida de su nación y de un sano orgullo de su particular identidad cultural. Se
edifica la Patria amándola y sacrificándose por ella. (No. 60.3)
Desde la perspectiva
religiosa, y según lo expresado en mi carta pastoral Patria, nación e identidad: don indivisible del amor de Dios, el
Creador nos creo libres y con una identidad particular. (No. 61)
¡Amemos
a nuestra Patria y sus símbolos! (No. 87)
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