Con el misterio eucarístico y el corazón traspasado de Jesús hemos recibido el alimento de Vida y el perdón de nuestros pecados. Hemos entrado así, por el Bautismo, a ser templos del Espíritu Santo e Hijos adoptivos del Padre, piedras vivas del Cuerpo de Cristo del cual Él es la Cabeza.
Una Nueva Alianza y una Nueva Ley, la Ley del Amor.
Cuidemos este Tesoro para que siempre sea Luz y Sal para el mundo. Que esa mecha del Amor nunca se extinga en nosotros.
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