Dios, en la persona del Hijo del Hombre bajó del cielo, enviado por el Padre para que, por su muerte y Resurrección, fuéramos rescatados del pecado y de la muerte.
Hoy celebra la Iglesia su subida al Cielo, donde fue a preparar, como lo había dicho, las moradas para cada uno de los que en Él creyeron y creerían.
Pero al irse no nos dejó huérfanos del Cielo pues envió a la tercera persona, al Espíritu Santo, que acompaña a la Iglesia desde entonces.
Es decir, que Jesús, quien inauguró el Reino de los Cielos en la tierra, nos ha regalado la gracia de seguir viviendo en el Cielo que es Dios, porque como decía Pablo “en El nos estamos, nos movemos y existimos”.
Celebremos la Ascensión de Cristo y démosle gracias por abrirnos las puertas del Cielo y acoger en su Morada a cuantos nos precedieron: nuestros padres, hijos, familiares, amigos, hermanos...Allí les encontraremos algún día.
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