Los primeros cristianos pueden servirnos de ejemplo en estos momentos de Pandemia que estamos viviendo. Veamos
lo que nos dice uno de los grandes padres de la Iglesia el siglo II de nuestra era.
“Yo honraré al emperador,
pero no lo adoraré; rezaré, sin embargo, por él. Yo adoro al Dios verdadero
y único por quien sé que el soberano fue hecho. Y entonces podrías preguntarme:
¿Y por qué, pues, no adoras al emperador? El emperador, por su naturaleza, debe
ser honrado con legítima deferencia, no adorado. El no es Dios, sino un hombre
al quien Dios ha puesto no para que sea adorado, sino para que ejerza la
justicia en la tierra. El gobierno del Estado le ha sido confiado de algún modo
por Dios. Y así como el emperador no puede tolerar que su título sea llevado
por cuantos le están subordinados –nadie, en efecto, puede ser llamado
emperador-, de la misma manera nadie puede ser adorado excepto Dios. El
soberano por lo tanto debe ser honrado con sentimientos de reverencia; hay
que prestarle obediencia y rezar por él. Así se cumple la voluntad de
Dios”.
(SAN
TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, Siglo II, Libros a Autólico)
En este Día del Señor recibamos mutuamente la paz y cuidémonos para cuidar a nuestras familias y hermanos siendo ciudadanos responsables.
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