Tus
hijos como brote de olivos
14.
retomemos el canto
del salmista. Allí aparece, dentro de la casa donde el hombre y su mujer están
sentados a la mesa, los hijos que los acompañan «como brotes de olivo» (Sal
128,3)
15.
Bajo esta luz
podemos recoger otra dimensión de la familia. Sabemos que en el Nuevo
Testamento se habla de « la iglesia
que se reúne en la casa» (1 Co 16,19; Rm 16,5; Col 4,15; Fim 2). El espacio
vital de una familia se podría transformar en iglesia doméstica, en sede de la
Eucaristía, de la presencia de Cristo sentado a la misma mesa. Es inolvidable
la escena pintada en el Apocalipsis: “Estoy a la puerta llamando: si alguien
oye y me abre, entrare y comeremos juntos» (3,20). Así se delinea una casa que
lleva en su interior la presencia de Dios, la oración común y, por tanto, la
bendición del Señor.
16.
…un Salmo exalta
el anuncio familiar de la fe: Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres
nos contaron, no lo ocultaremos a sus hijos, lo contaremos a la futura
generación: las alabanzas del Señor, su poder, las maravillas que realizó.
Porque el estableció una norma para Jacob, dio una ley a Israel: el mando a
nuestros padres que lo enseñaran a sus hijos, para que lo supiera la generación
siguiente y los hijos que nacieran después (Sal 78,3-6) que los hijos no son
propiedad de la familia, sino que tienen por delante su propio camino de vida.
Si es verdad que Jesús se presenta como modelo de obediencia a sus padres
terrenos, sometiéndose a ellos (Lc 2, 51), también es cierto que el muestra que
la elección de vida del hijo y su misma vocación cristiana pueden exigir
separación para cumplir con su propia entrega al Reino de Dios (Mt 10, 34-37;
Lc 9, 59-62).
¿De quién o quienes
heredaste la fe católica? Lee de quien la heredó Timoteo (2 Tm 1,4-5)
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