martes, 20 de julio de 2021

#1260 - Peregrinos en la fe 13

 La caída

En el Monte Sodoma, cerca al Mar Muerto, recordamos hoy la caída de los ángeles y del hombre (Genesis 3; CIC 385 y sigs.).

Dios permite las pruebas y las tentaciones para nuestro bien. Pero éstas traen consigo un castigo: el Diluvio, la diversidad de lenguas tras la Torre de Babel, la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Los ángeles caídos no son omnipotentes, son limitados, pero incitaron a Adán y Eva por medio de la tentación del orgullo, la soberbia, la vanidad y la egolatría haciéndoles creer que serían como dioses. Por esto el demonio es el “padre de la mentira” que junto a las ideologías (el mundo) y la concupiscencia (placeres de la carne) hacen caer al hombre. La escritura y la tradición de la Iglesia ven en este ser a Satán o diablo (CIC 391). La decisión de los demonios al apartarse de Dios es irrevocable y comparable a aquel que no quiere reconciliarse del pecado mortal y no se confiesa. No hay para ellos arrepentimiento después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte (CIC 393).

… el hombre se prefirió a si mismo en lugar de Dios y por ello desprecio a Dios… (CIC 398).

Al pecado que se repite, que se vuelve una dependencia o adicción se le llama mal habito.

Las tentaciones, sin embargo, no superan nuestras fuerzas y Cristo las venció, venciendo al demonio, para que nosotros pudiéramos vencerlas también. Así vencemos en Cristo a la muerte.

… el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarse y amarse mutuamente CIC 387).

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