“Teología moral fundamental”
José Román Flecha Andrés
1994
Capitulo IX: El papel de la conciencia en el juicio moral
I.3 La formación de la conciencia
“También a la formación de la conciencia se refiere el Catecismo
de la Iglesia Católica, calificándola como «indispensable a seres humanos
sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado a preferir su propio
juicio y a rechazar las enseñanzas autorizadas» (1783).”
“Esa misma gradualidad y perfectibilidad de la conciencia
moral exige un conocimiento de las etapas morales por las que atraviesa la
persona humana: es decir, los pasos que van dando tanto el niño como las
culturas hasta alcanzar una conciencia seria y responsable.”
“… esquema de los tres niveles de formación de la conciencia
moral…
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El nivel preconvencional. En el responde
el niño a las normas y valoraciones culturales del bien y el mal, pero las
interpreta o bien por las consecuencias inmediatas de premio o castigo, de
placer y de disgusto, o bien por una especie de instinto de reciprocidad y de
defensa ante el poder físico del que impone la norma. La conciencia, por tanto,
se sitúa en el terreno de la anomia: no depende de una norma, sino de un
resultado objetivo y casi mágico, y de un interés. Educar la conciencia supone
ir abandonando lentamente esta etapa en la que el mal y el bien se colocan en
el campo de lo maléfico o lo benéfico: de lo utilitario, al fin.”
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“El nivel convencional. En el él
sujeto considera valioso responder a las expectativas de la familia o del grupo
social, con independencia de las consecuencias obvias e inmediatas. A veces se
pretende conseguir o conservar la imagen de persona aceptada por el grupo, sea
este la familia o la pandilla. Y, a veces, el individuo se orienta en
conformidad con unas normas fijas y con vistas al mantenimiento de una orden
social que para el tiene un valor en si mismo. La conciencia moral es ahora más
bien heterónoma o sociónoma. Busca menos la utilidad inmediata que el
mantenimiento de unos estereotipos abstractos del bien. Educar la conciencia
requiere ahora un esfuerzo por personalizar los valores y por reforzar el valor
de la intención que aquí comienza a aparecer tímidamente. El niño, en efecto,
es capaz de distinguir el mal objetivo que ha realizado de la intención que le movía
a actuar.”
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“El nivel posconvencional. Durante el se
desarrolla en el sujeto, ya en su etapa adolescente o juvenil, un notorio
esfuerzo por definir unos valores y unos principios morales validos y
aplicables, con independencia de la autoridad de los grupos o personas que los
apoyan. Predomina, en principio, una etapa bastante relativista, en la que se
apela al contrato social, al consenso ciudadano preocupado por los derechos de
la persona, para ir desembocando en una etapa en la que ya se actúa en virtud
de unos principios elegidos personalmente y caracterizados por su coherencia lógica,
su universalidad y su solidez… Educar la conciencia significa ahora orientar al
hombre hacia esa zona de responsabilidad en la que habrá de actuar con
independencia de la ventaja o el desmedro, de la crítica o el aplauso.”
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“Habría que añadir, en efecto, que no
siempre la edad cronológica de las personas coincide con la edad ética de la maduración
de su conciencia.”