Padre
Todopoderoso
En Jerusalén, en el Huerto de los
Olivos o Getsemaní, atravesado por el Torrente Cedrón, Jesús oró a
su Padre para que lo librara de la muerte que iba a sufrir. Pero aceptando la
voluntad del Padre, se entregó en sus brazos y el Padre, con su poder, lo
resucitó
de entre los muertos. Dios padre ha revelado su omnipotencia de la manera más
misteriosa en el anonadamiento voluntario y en la resurrección de su Hijo, por
los cuales ha vencido el mal. En la resurrección y en la exaltación de Cristo
es donde el padre “desplego el vigor de su fuerza” y manifestó “la soberana
grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes” (Ef 1, 19-22).
Es Juan en su Evangelio el que nos
habla de la relación intima de Jesús y el Padre. En el capítulo 14 nos dice:
“Nadie va al Padre sino por mi”
“El que me ha visto ha visto al
Padre”
“El Padre es el que realiza las
obras”
El Padre está en mí y yo en el Padre”
Es el Padre quien revela a su Hijo:
“Este es mi Hijo amado”.
En Israel, Dios es llamado Padre en
cuanto Creador del mundo (cf. Dt 32,6; Ml 2,10); (CIC 238)
Al designar a Dios con el nombre de
“Padre”, el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es
origen primero de todo y autoridad transcendente y que al mismo tiempo bondad y
solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser
expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66, 13; Sal 131,
20); (CIC 239)
Creemos que es Todopoderoso porque
Dios, que ha creado todo, rige todo y lo puede todo.
La Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que “nada es imposible para Dios” (Lc 1, 37).
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