martes, 8 de junio de 2021

#1219 - Peregrinando en la fe 4

 

Las Sagradas Escrituras

 

En Belén, contiguo al claustro de los Franciscanos, se encuentra la Iglesia de Santa Catalina. Aquí estuvo San Jerónimo, uno de los Padres de la Iglesia Oriental, a quien el Papa Damaso I le encarga la traducción latina de los Evangelios y del Antiguo Testamento. San Jerónimo tardó 15 años en terminar este encargo y es la versión conocida hoy como La Vulgata. En 1546, el Concilio de Trento determinó que esta sería la versión oficial de Las Sagradas Escrituras. En 1979, San Juan Pablo II, ordeno una redición de esta para ajustarla a los idiomas originales: hebreo, arameo y siriaco.

Esta Palabra escrita es inspirada por el Espíritu Santo por lo cual es palabra de Dios no importa quien fue el autor humano pues su inspiración no puede tener error. Goza de inerrancia.

Nos dice la Carta a los Hebreos en 4, 12 que: “…la palabra de Dios es fuente de vida y de eficacia; es mas cortante que espada de dos filos y penetra hasta dividir lo que el ser humano tiene de mas íntimo, hasta llegar a lo profundo de su ser, poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones…”

El Concilio Vaticano II definió los siguientes criterios para autenticar Las Sagradas Escrituras:

1-      Que su contenido tenga unidad – no puede haber contradicción entre sus libros

2-      Que se lea en la tradición viva de la Iglesia, que es quien determina cuales libros son Palabra de Dios. Esto es lo que llamamos Canon

3-      Que tenga analogía de fe – cohesión de las verdades de la fe

Hay en Las Sagradas Escrituras dos sentidos:

1-      Sentido literal

2-      Sentido espiritual – que incluye el alegórico, el moral y el anagógico

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice sobre La Sagrada Escritura:

                                          No. 102: “A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice una sola palabra, su Verbo único, en quien el se dice en plenitud (cf Hb 1, 1-3)”

                                          No. 103: “Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo (cf DV 21)”

                                           No. 108: ”…Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas (cf Lc 24,25)”

                                            No. 125: “Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras <por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador> (DV 18)”

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