martes, 16 de febrero de 2021

#1100 - La Unidad y la Fortaleza en Cuaresma

 

OBJETIVO ESPECÍFICO DE ESTA ETAPA DE LA UNIDAD (2020-2021):

El Pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Ponce, en espíritu de oración y de discernimiento pedimos al Espíritu Santo que nos fortalezca en la unidad, para que con audacia y siguiendo la espiritualidad sinodal podamos caminar juntos y lanzarnos a la misión, siguiendo el ejemplo de San José.

 PALABRAS CLAVES EN ESTA ETAPA:

En esta Etapa queremos resaltar que el Espíritu Santo:

1-Crea la unidad,

La unidad brota, crece y se desarrolla cuando se crean lazos de fraternidad entre las personas que piensan y actúan de formas diferentes, sin embargo, buscan entre todos el bien común.

La unidad, por lo tanto, podemos decir que es un anhelo, un desafío y una tarea:

ANHELO: porque todos los seres humanos de alguna manera buscamos la unidad.

 DESAFÍO: porque ciertamente en la experiencia concreta sentimos que vivimos en un mundo conflictivo que nos lleva a la división.

Durante la Cuaresma, tiempo de reflexión y conversión, queremos a atender el desafío de la unidad.

La unidad es un desafío porque que hay muchos aspectos de la vida (internos y externos) en lo que no resulta tan fácil mantenerla.

El libro del Génesis nos habla del pecado original como experiencia de ruptura relacional.

Ruptura de las relaciones: consigo mismo, con el otro, con Dios y con la

naturaleza (cf. Gn 3–4).

- Tuve miedo y me escondí… Porque estoy desnudo…

- La mujer que me diste… La serpiente me sedujo…

- “Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató”

(cf. Gn 4,8).

Jesús viene a restablecer la unidad, expresado en el mandamiento del Amor (Mt 22,36-40).

 

¿Qué se entiende por unidad?

La unidad implica el reconocimiento del valor de la diversidad integrada dinámicamente.

No se trata de una comprensión univoca, compactada, quieta, inmóvil, cerrada.

Tampoco se trata de la uniformidad en la que todo se hace igual y disciplinalmente.

Se trata de buscar la comprensión desde las imágenes o metáforas que nos pueden ayudar a entenderla.

Nos educamos para la unidad no conceptualmente sino vivencialmente, en ejercicios de comunión y de participación.

Definición de fragmentación:

El concepto de fragmentación es utilizado en nuestro idioma cuando se quiere indicar que, en cierto contexto, grupo social, o hasta en la sociedad misma existe por alguna situación una división, un fraccionamiento en diversas partes.

Desafíos que amenazan la unidad:

1- La fragmentación social

2- La fragmentación cultural

3- La fragmentación ecológica

4- La fragmentación eclesial

 

Espíritu Santo artífice de la unidad: Este desafío solo podemos iluminarlo y afrontarlo con y desde la acción del Espíritu Santo. Él es la unidad que reúne a la diversidad. La oración es clave ante este desafío. Ya que, “la unidad es un principio que se activa con la oración, porque la oración permite que el Espíritu

Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte distancias y nos mantenga unidos en las dificultades” (Papa Francisco, homilía, 29 junio 2020).

 TAREA: porque Jesús lo pide en el Evangelio: “Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21).

En la Pascua descubriremos y profundizaremos por qué la unidad es tarea de todos.

 

2- DA FORTALEZA:

¿Cómo entender la Fortaleza en esta Etapa de la unidad?

La Fortaleza es don del Espíritu Santo, es virtud moral y es valor que debemos poner en práctica y promover.

 En el tiempo de Cuaresma, queremos que la fortaleza crezca en cada uno de nosotros como VIRTUD.

Y en Pascua se promueva como VALOR que potencie la acción pastoral y misionera de todos, respondiendo a la misión dada a nosotros por Jesucristo: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mateo 28, 19).

 En palabras del Papa Francisco (cf. Audiencia general, 14 de mayo de 2014):

Este don debe constituir la característica esencial de nuestro ser cristianos en la normalidad de nuestra vida cotidiana. Como he dicho, en todos los días de la vida cotidiana tenemos que ser fuertes, tenemos necesidad de esta fortaleza para llevar adelante nuestra vida, nuestra familia, nuestra fe. Cuando llega la vida ordinaria, cuando llegan las dificultades, recordemos esto: “todo lo puedo en aquel que me conforta”. El Señor da la fuerza, siempre, no falta.  Hay también momentos difíciles y situaciones extremas en las que el don de fortaleza se manifiesta de modo extraordinario, ejemplar. Es el caso de quienes deben afrontar experiencias particularmente duras y dolorosas, que revolucionan su vida y la de sus seres queridos. La Iglesia resplandece por el testimonio de numerosos hermanos y hermanas que no dudaron en entregar la propia vida, con tal de permanecer fieles al Señor y a su Evangelio. También hoy no faltan cristianos que en muchas partes del mundo siguen celebrando y testimoniando su fe, con profunda convicción y serenidad, y resisten incluso cuando saben que ello puede comportar un precio muy alto. También nosotros, todos nosotros, conocemos gente que ha vivido situaciones difíciles, numerosos dolores. Pero, pensemos en esos hombres, en esas mujeres que tienen una vida difícil, que luchan por sacar adelante la familia, educar a los hijos: hacen todo esto porque está el espíritu de fortaleza que les ayuda. Cuántos hombres y mujeres –nosotros no conocemos sus nombres— que honran a nuestro pueblo, honran a nuestra Iglesia, porque son fuertes: fuertes al llevar adelante su vida, su familia, su trabajo, su fe.

Queridos amigos, a veces podemos estar tentados de dejarnos vencer por la pereza o peor, por el desaliento, sobre todo de frente a las fatigas y a las pruebas de la vida. En estos casos, no perdamos el ánimo, invoquemos al Espíritu Santo para que, con el don de la Fortaleza, pueda aliviar nuestro corazón y comunicar nueva fuerza y entusiasmo a nuestra vida y a nuestro seguimiento de Jesús.

 

En Cuaresma queremos descubrir la FORTALEZA como VIRTUD.

Definición de virtud: Del latín virtus, el concepto de virtud hace referencia a una cualidad positiva que permite producir ciertos efectos. Disposición habitual para hacer el bien.

Fortaleza como virtud: La fortaleza es la virtud que se contrapone a la debilidad. Se trata de la virtud de tener fuerza para luchar por el bien difícil, es decir, por aquellas metas constructivas o principios nobles que requieren esfuerzo. Asimismo, la fortaleza ayuda a la persona a moderar su audacia cuando esta es excesiva.

La fortaleza implica actuar en dos sentidos: enfrentar y resistir. Enfrentar se refiere a actuar de inmediato para conquistar lo deseado. Junto a esto es necesario resistir a la desesperanza y al temor. Para ello, es necesario que la persona tenga también un camino en el autoconocimiento.

Catecismos de la Iglesia Católica, 1808: La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza nos hace capaces de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Nos capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. “Mi fuerza y mi cántico es el Señor” (Sal 118, 14). “En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).

En palabras de San Juan Pablo II: “Quizá nunca como hoy, la virtud moral de la fortaleza tiene necesidad de ser sostenida por el homónimo don del Espíritu Santo. El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez”.


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