OBJETIVO ESPECÍFICO DE ESTA ETAPA DE LA UNIDAD (2020-2021):
El Pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Ponce, en espíritu de oración y de discernimiento pedimos al Espíritu Santo que nos fortalezca en la unidad, para que con audacia y siguiendo la espiritualidad sinodal podamos caminar juntos y lanzarnos a la misión, siguiendo el ejemplo de San José.
En esta Etapa queremos resaltar que
el Espíritu Santo:
1-Crea la unidad,
La unidad brota, crece y se desarrolla cuando se crean lazos
de fraternidad entre las personas que piensan y actúan de formas diferentes,
sin embargo, buscan entre todos el bien común.
La unidad, por lo tanto, podemos decir que es un anhelo, un
desafío y una tarea:
ANHELO: porque todos los seres humanos de
alguna manera buscamos la unidad.
Durante la Cuaresma, tiempo de reflexión y conversión,
queremos a atender el desafío de la unidad.
La unidad es un desafío porque que hay muchos aspectos de la
vida (internos y externos) en lo que no resulta tan fácil mantenerla.
El libro del Génesis nos habla del pecado original como
experiencia de ruptura relacional.
Ruptura de las relaciones: consigo mismo, con el otro, con
Dios y con la
naturaleza (cf. Gn 3–4).
- Tuve miedo y me escondí… Porque estoy desnudo…
- La mujer que me diste… La serpiente me sedujo…
- “Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y
lo mató”
(cf. Gn 4,8).
Jesús viene a restablecer la unidad, expresado en el
mandamiento del Amor (Mt 22,36-40).
¿Qué se entiende por unidad?
La unidad implica el reconocimiento del valor de la
diversidad integrada dinámicamente.
No se trata de una comprensión univoca, compactada, quieta,
inmóvil, cerrada.
Tampoco se trata de la uniformidad en la que todo se hace
igual y disciplinalmente.
Se trata de buscar la comprensión desde las imágenes o
metáforas que nos pueden ayudar a entenderla.
Nos educamos para la unidad no conceptualmente sino
vivencialmente, en ejercicios de comunión y de participación.
Definición de fragmentación:
El concepto de fragmentación es utilizado en nuestro idioma
cuando se quiere indicar que, en cierto contexto, grupo social, o hasta en la
sociedad misma existe por alguna situación una división, un fraccionamiento en diversas
partes.
Desafíos que amenazan la unidad:
1- La fragmentación social
2- La fragmentación cultural
3- La fragmentación ecológica
4- La fragmentación eclesial
Espíritu Santo artífice de la unidad: Este desafío solo
podemos iluminarlo y afrontarlo con y desde la acción del Espíritu Santo. Él es
la unidad que reúne a la diversidad. La oración es clave ante este
desafío. Ya que, “la unidad es un principio que se activa con la oración,
porque la oración permite que el Espíritu
Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte
distancias y nos mantenga unidos en las dificultades” (Papa Francisco, homilía,
29 junio 2020).
En la Pascua descubriremos y profundizaremos por qué la
unidad es tarea de todos.
2- DA FORTALEZA:
¿Cómo entender la Fortaleza en esta Etapa de la unidad?
La Fortaleza es don del Espíritu Santo, es virtud moral y es
valor que debemos poner en práctica y promover.
Y en Pascua se promueva como VALOR que potencie la acción pastoral
y misionera de todos, respondiendo a la misión dada a nosotros por Jesucristo:
“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mateo 28,
19).
Este don debe constituir la característica esencial de
nuestro ser cristianos en la normalidad de nuestra vida cotidiana. Como he
dicho, en todos los días de la vida cotidiana tenemos que ser fuertes, tenemos
necesidad de esta fortaleza para llevar adelante nuestra vida, nuestra familia,
nuestra fe. Cuando llega la vida ordinaria, cuando llegan las dificultades, recordemos
esto: “todo lo puedo en aquel que me conforta”. El Señor da la fuerza, siempre,
no falta. Hay también momentos difíciles y situaciones extremas en
las que el don de fortaleza se manifiesta de modo extraordinario, ejemplar. Es
el caso de quienes deben afrontar experiencias particularmente duras y
dolorosas, que revolucionan su vida y la de sus seres queridos. La Iglesia
resplandece por el testimonio de numerosos hermanos y hermanas
que no dudaron en entregar la propia vida, con tal de permanecer fieles al
Señor y a su Evangelio. También hoy no faltan cristianos que en muchas partes
del mundo siguen celebrando y testimoniando su fe, con profunda convicción y
serenidad, y resisten incluso cuando saben que ello puede comportar un precio
muy alto. También nosotros, todos nosotros, conocemos gente que ha vivido
situaciones difíciles, numerosos dolores. Pero, pensemos en esos hombres, en
esas mujeres que tienen una vida difícil, que luchan por sacar adelante
la familia, educar a los hijos: hacen todo esto porque está el espíritu de
fortaleza que les ayuda. Cuántos hombres y mujeres –nosotros no conocemos sus
nombres— que honran a nuestro pueblo, honran a nuestra Iglesia, porque son
fuertes: fuertes al llevar adelante su vida, su familia, su trabajo, su
fe.
Queridos amigos, a veces podemos estar tentados de dejarnos
vencer por la pereza o peor, por el desaliento, sobre todo de frente a las
fatigas y a las pruebas de la vida. En estos casos, no perdamos el ánimo,
invoquemos al Espíritu Santo para que, con el don de la Fortaleza, pueda
aliviar nuestro corazón y comunicar nueva fuerza y entusiasmo a nuestra vida y
a nuestro seguimiento de Jesús.
En Cuaresma queremos descubrir la FORTALEZA como VIRTUD.
Definición de virtud: Del latín virtus, el concepto de virtud
hace referencia a una cualidad positiva que permite producir ciertos efectos.
Disposición habitual para hacer el bien.
Fortaleza como virtud: La fortaleza es la virtud que
se contrapone a la debilidad. Se trata de la virtud de tener fuerza para luchar
por el bien difícil, es decir, por aquellas metas constructivas o principios
nobles que requieren esfuerzo. Asimismo, la fortaleza ayuda a la persona a
moderar su audacia cuando esta es excesiva.
La fortaleza implica actuar en dos sentidos: enfrentar y resistir.
Enfrentar se refiere a actuar de inmediato para conquistar lo deseado. Junto a
esto es necesario resistir a la desesperanza y al temor. Para ello, es
necesario que la persona tenga también un camino en el autoconocimiento.
Catecismos de la Iglesia Católica, 1808: La fortaleza
es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia
en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y
de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza nos hace
capaces de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las
pruebas y a las persecuciones. Nos capacita para ir hasta la renuncia y el
sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. “Mi fuerza y mi
cántico es el Señor” (Sal 118, 14). “En el mundo tendrán tribulación. Pero
¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).
En palabras de San Juan Pablo II: “Quizá nunca como
hoy, la virtud moral de la fortaleza tiene necesidad de ser sostenida por el
homónimo don del Espíritu Santo. El don de la fortaleza es un impulso
sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del
martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha
por permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y
ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y
hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez”.
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