lunes, 21 de octubre de 2019

#671 - Rosario Misionero 4

En esta cuarta semana del Mes Misionero Extraordinario proclamado para toda la Iglesia por Papa Francisco nos llama la iglesia a dar visitar, casa por casa, nuestras comunidades para llevarle el Buena Nueva de que Cristo "nos ama, nos perdona y quiere que seamos san tos". Sobre todo hemos de visitar las periferias existenciales: lugares donde nunca hemos entrado, lugares donde están alejados de la iglesia; asilos, deambulantes, entre otros.

Oremos con Maria por todo esta actividad misionera.

MES MISIONERO EXTRAORDINARIO
OCTUBRE DE 2019


MISTERIOS DE LA GLORIA

ESQUEMA PROPUESTO PARA EL REZO DEL SANTO ROSARIO
1.    Oración del Papa Francisco para el Mes Misionero extraordinario
Padre nuestro
Tu Hijo Unigénito Jesucristo
resucitado de entre los muertos
encomendó a sus discípulos el mandato de
“id y haced discípulos a todas las gentes”;
Tú nos recuerdas que a través de nuestro
Bautismo somos partícipes de la misión de la Iglesia.

Por los dones de tu Santo Espíritu, concédenos la
Gracia de ser testigos del Evangelio,
valientes y tenaces,
para que la misión encomendada a la
Iglesia, que aún está lejos de ser completada,
pueda encontrar manifestaciones nuevas y
eficaces que traigan vida y luz al mundo.

Ayúdanos a hacer que todos los
pueblos puedan experimentar el
amor salvífico y la misericordia de Jesucristo,
Él que es Dios y vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén
2.      Cántico de entrada
3.      Intenciones del Rosario
A.     Por los 3,500 religiosos que llevan la misericordia y la paz a los necesitados a las Islas del Pacifico.
B.     Por los países de Europa, donde se construyen nuevas iglesias para recibir a las comunidades de fe, renovadas después de años de persecución.
C.     Por nuestros Frailes Carmelitas Descalzos y por todos los religiosos y religiosas y consagrados, que sirven a nuestras comunidades puertorriqueñas.

4.    Anuncio del misterio
PADRE NUESTRO
10 AVEMARÍAS
GLORIA                                                           
¡Oh Jesús mío…

A.    LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Lucas 24, 5-6 – “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado”.

Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos. Pero Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Por tanto, los muertos, de los cuales es Señor aquel que volvió a la vida, ya no están muertos, sino que viven; y por esto domina sobre ellos la vida, de modo que viven ya sin temor a la muerte, del mismo modo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere”.( San Anastasio de Antioquía, obispo)

 Cántico

B.    LA ASCENSIÓN AL CIELO DE JESÚS
Lucas 24, 50-51 – “Mas tarde, Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta las cercanías de Betania. Allí, levantando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo”.

“…su ascensión al cielo nos es un nuevo motivo de gozo, al recordar y celebrar litúrgicamente el día en que la pequeñez de nuestra naturaleza fue elevada, en Cristo, por encima de todos los ejércitos celestiales, de todas las categorías de ángeles, de toda la sublimidad de las potestades, hasta compartir el trono de Dios Padre. Hemos sido establecidos y edificados por este modo de obrar divino, para que la gracia de Dios se manifestara más admirablemente, y así, a pesar de haber sido apartada de la vista de los hombres la presencia visible del Señor, por la cual se alimentaba el respeto de ellos hacia él, la fe se mantuviera firme, la esperanza inconmovible y el amor encendido”. (San León Magno, papa)
 
Cántico
C. PENTECOSTÉS, EL DON DEL ESPÍRITU SANTO
Hechos 2, 1-4  “Al llegar el día de Pentecostés…un estruendo que procedía del cielo y avanzaba como un huracán invadió la casa en que estaban congregados. Vieron luego una especie de lenguas de fuego que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. El espíritu santo los inundo a todos…”

“ En él y por él hemos sido regenerados en el Espíritu para producir fruto de vida, no de aquella vida caduca y antigua, sino de la vida nueva que se funda en su amor. Y esta vida la conservaremos si perseveramos unidos a él y como injertados en su persona; si seguimos fielmente los mandamientos que nos dio y procuramos conservar los grandes bienes que nos confió, esforzándonos por no contristar, ni en lo más mínimo, al Espíritu que habita en nosotros, pues, por medio de él, Dios mismo tiene su morada en nuestro interior. (San Cirilo de Alejandría, obispo)
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Cántico

D.           ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO EN ALMA Y CUERPO
Salmo 44, 11-15 – “Escucha, hija mía, mira, acerca tu oído, olvida tu pueblo y la casa de tu padre. El rey esta prendado de tu belleza, él es tu señor, ¡póstrate ante el! Hija de Tiro, con obsequios te agasajan los poderosos del pueblo. Toda radiante entra la hija del rey, de brocado de oro es su vestido. Con bordados ropajes la llevan al rey…”.

… la corrupción del cuerpo de la virgen María Madre de Dios, y su asunción al cielo, son corolarios no solo de su maternidad divina, sino incluso de la singular santidad de ese cuerpo virgen: "Tú, como está escrito, has aparecido" en belleza '; tu cuerpo virgen es totalmente santo, totalmente casto, totalmente morada de Dios, de modo que incluso por esta razón estaba exento de desmoronarse en polvo; se transformó como un ser humano, vivir la vida más elevada de incorruptibilidad; pero ahora está vivo, más glorioso, indemne y participante de la vida perfecta ". (s. Germanus de Constantinopla)

Cántico
E. LA CORONACIÓN DE MARÍA, REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA
Apocalipsis 12, 1 – “Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer vestida del sol, con la luna por pedestal y una corona de doce estrellas en la cabeza”.

¡Oh mujer llena de gracia, sobreabundante de gracia, cuya plenitud desborda a la creación entera y la hace reverdecer! ¡Oh Virgen bendita, bendita por encima de todo por tu bendición queda bendita toda criatura, no sólo la creación por el Creador, sino también el Creador por la criatura!”. (San Anselmo, obispo)

Dios te salve…

Cántico final

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