Sin embargo, Dios los creó desde el principio iguales en dignidad, a imagen y semejanza suya. Y así vemos la historia de dos mujeres, Sara y Agar, de cuya descendencia salen dos pueblos semitas que aún hoy siguen poblando a Palestina y Arabia : los israelitas y los árabes. Dios, a pesar de las costumbres y prejuicios de aquel tiempo, trata con igual dignidad a ambas mujeres, a la esposa y a la esclava. Por eso de ambas se compadece.
Cuando miramos en el Evangelio de Mateo la genealogía de Jesús, se nos presentan los nombres de unas mujeres, que no empece su origen u oficio, fueron reconocidas como parte importante de los antecesores del Mesías.
Tamar – que luchó por sus derechos (Gen 38, 1-30)
Rajab – la prostituta que salva a los israelitas (Jos 2, 1-21)
Rut – la extranjera que lucha por un proyecto de reconstrucción del pueblo (Rut 1-4)
Betsabé – la mujer de Urias y madre de Salomón (2 Sam 11, 1-27)
María – la virgen madre del Mesías
Se confirma así como es reconocida la mujer por Dios al mismo nivel que el hombre. Jesús las defenderá siempre. es mas, sera una mujer, Maria Magdalena, quien primero le verá resucitado, según nos narra la Sagrada Escritura. San Pablo en su Primera Carta a los Corintios pone a la mujer, salvando algunas costumbres del tiempo, bajo la protección del hombre, pidiéndole a este que le ame como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella.
Así, que la mujer católica debe sentirse en igualdad de dignidad que el hombre. Y allí donde todavía no se reconozca esta dignidad debe seguir luchando por ella.
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