miércoles, 6 de marzo de 2019

#550 - El descanso cristiano

El católico, tiene que denunciar el empeño recurrente de los legisladores de muchos países en seguir restringiendo, para las familias y sus miembros trabajadores, las horas de descanso y esparcimiento personal y familiar que merecen. Mucho menos el tiempo necesario y el ambiente de paz y recogimiento espiritual a lo que cada persona tiene derecho, no importa la religión a la cual pertenezca. En esto, los católicos, debemos ser enfáticos como lo son otros cristianos, por ejemplo, los Adventistas del Séptimo Día, los musulmanes y los judíos, para quienes el día del descanso es sagrado, a tal punto que los patronos lo respetan ya que los gobernantes lo han reconocido de igual manera.Y es que lamentablemente son  los mismos gobernantes y legisladores católicos los que no quieren reconocer este derecho, que ellos al juramentar e invocar al Dios de la Ley se comprometen a obedecer.

La Doctrina Social de la Iglesia Católica, en la Segunda Parte, Capítulo 6,  es clara cuando nos habla sobre este derecho que es crucial para el bienestar principalmente de las familias  y por ende de la sociedad.

e) El descanso festivo
284 El descanso festivo es un derecho. « El día séptimo cesó Dios de toda la tarea que había hecho » (Gn 2,2): también los hombres, creados a su imagen, deben gozar del descanso y tiempo libre para poder atender la vida familiar, cultural, social y religiosa.A esto contribuye la institución del día del Señor. Los creyentes, durante el domingo y en los demás días festivos de precepto, deben abstenerse de « trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor, la práctica de las obras de misericordia y el descanso necesario del espíritu y del cuerpo ». Necesidades familiares o exigencias de utilidad social pueden legítimamente eximir del descanso dominical, pero no deben crear costumbres perjudiciales para la religión, la vida familiar y la salud.
285 El domingo es un día que se debe santificar mediante una caridad efectiva, dedicando especial atención a la familia y a los parientes, así como también a los enfermos y a los ancianos. Tampoco se debe olvidar a los « hermanos que tienen las misma necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria ». Es además un tiempo propicio para la reflexión, el silencio y el estudio, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana. Los creyentes deberán distinguirse, también en este día, por su moderación, evitando todos los excesos y las violencias que frecuentemente caracterizan las diversiones masivas. El día del Señor debe vivirse siempre como el día de la liberación, que lleva a participar en « la reunión solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos » (Hb 12,22-23) y anticipa la celebración de la Pascua definitiva en la gloria del cielo.
286 Las autoridades públicas tienen el deber de vigilar para que los ciudadanos no se vean privados, por motivos de productividad económica, de un tiempo destinado al descanso y al culto divino. Los patronos tienen una obligación análoga con respecto a sus empleados.Los cristianos deben esforzarse, respetando la libertad religiosa y el bien común de todos, para que las leyes reconozcan el domingo y las demás solemnidades litúrgicas como días festivos: « Deben dar a todos un ejemplo público de oración, de respeto y de alegría, y defender sus tradiciones como una contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana ». Todo cristiano deberá « evitar imponer sin necesidad a otro lo que le impediría guardar el día del Señor ».

Por esto, un católico no puede apoyar las famosas "leyes de cierre" que se aprueban. En definitiva, estas lo que hacen es poner la ganancia económica por encima de la vida familiar y los valores de una sana convivencia. ?Dónde está la prioridad de los gobiernos, en promover el consumismo o en defender el compartir familiar, el bienestar de los trabajadores, y el deber de cumplir con el mandato del Señor?

Claro, no somos ilusos. Sabemos que hay unos servicios que el Estado debe proveer a toda hora. Esos servicios esenciales no están en controversia aquí. No hay objeción alguna a que se den, pues son necesarios para el funcionamiento normal de la sociedad moderna.

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