lunes, 4 de septiembre de 2017

#259 - La Palabra de Dios 2

En su libro "Testigos de la esperanza", monseñor Francois-Xavier Nguyen Van Thuan, entonces Presidente del Consejo Pontificio de Justicia y de la Paz y, víctima de la persecución y encarcelado siendo Obispo Católico en Vietnam, nos trae esta reflexión sobre la Palabra.
Del Capítulo 7,  "Ser Palabra" continuamos viendo algunos de sus pensamientos.

      "Pero para que la Palabra engendre vida y produzca todos sus frutos, hay que acogerla y vivirla.
      Ante el Verbo de Dios que habla y se comunica, la actividad principal que se nos pide es escucharlo y acogerlo...Escucharlo más con el corazón que con los oídos. De hecho, la Palabra sólo da fruto si encuentra una tierra fértil, o sea, cuando cae en un corazón bueno y recto.
      Pero no basta con meditar la Palabra de Dios, no basta con penetrarla con la mente, rezar con ella, extraer de ella alguna consideración o algún propósito. La auténtica escucha de la Palabra  se traduce en obediencia, en hacer lo que exige. Hay que dejarse trabajar por la Palabra hasta el punto de que llegue a informar toda la vida cristiana.  Hay que aplicarla a todas las circunstancias de nuestra existencia, hay que transformarla en vida, como exhorta  Santiago:<Poned por obra la palabra y no os contenteis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos>.
       La palabra de Dios, al entrar en nosotros, denuncia el modo de pensar y de obrar humano y nos introduce en el nuevo estilo de vida inaugurado por Cristo. Quien vive el Evangelio puede llegar con Pablo a tener la mente de Cristo; adquiere la capacidad de leer los signos  de los tiempos con la misma mirada de Cristo y así incide con creatividad  en la historia; experimenta la verdadera libertad, la alegría, el arrojo de la coherencia evangélica; encuentra una confianza nueva en el Padre, una relación de auténtica y sincera filiación y, a la vez, una actitud concreta y efectiva de servicio hacia todos...
        El resultado es que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que es Cristo mismo quien viene a vivir con nosotros...
        Sin embargo, no basta con acoger y vivir la Palabra. ha de ser compartida. Lo hacemos en la catequesis, en las homilías, en la predicación...lo que tal vez no siempre hacemos es dar el fruto de la Palabra.
        La Palabra  es una semilla sembrada en nuestra vida. la tierra buena no devuelve la semilla, sino el fruto. Así, deberíamos comunicar  no solo nuestra reflexión sobre la Palabra de Dios, sino mas bien lo que ella ha obrado una vez acogida en la tierra de nuestra vida."

Como nos recuerdan las palabras de Maria a Jesus en las bodas de Caná: "Hagan lo que El les diga".

"Testigos de la esperanza" - Editorial Ciudad Nueva, 7a edición, 2001

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