Isaías 56, 1-9 – Me piden sentencias
justas, desean tener cerca a Dios. ¿Para qué ayunar, si no haces caso?
¿Mortificarte si tú no te fijas? Ayunas entre riñas y disputas, dando puñetazos
sin piedad.¿Es ése el ayuno que el Señor desea para el día en que el hombre se
mortifica? Mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso
le llamas ayuno…? El ayuno que yo quiero es éste…abrir las prisiones injustas,
hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper
los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo… entonces nacerá una luz como la aurora, en seguida
te brotará la carne sana.
Salmo
50 – Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y
humillado tú no lo desprecias.
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