Síntesis de la primera sesión del sinodo
3. Entrar en una comunidad de fe: la iniciación cristiana
Cuestiones que afrontar
g) El sacramento del Bautismo no puede ser comprendido de modo aislado, fuera de la lógica de la iniciación cristiana, ni mucho menos de manera individualista. Es preciso, por tanto, ahondar ulteriormente en la comprensión de la sinodalidad que puede provenir de una visión más unitaria de la iniciación cristiana.
h) La maduración del sensus fidei requiere no solo haber recibido el bautismo, sino también desarrollar la gracia del sacramento en una vida de auténtico discipulado, que habilite a discernir la acción del Espíritu de lo que es pensamiento dominante, fruto de condicionamientos culturales o, en cualquier caso, sin coherencia con el Evangelio. Se trata de un tema para profundizar desde una adecuada reflexión teológica.
i) La reflexión sobre la sinodalidad puede ofrecer aspectos de renovación para la comprensión de la Confirmación, con la que la gracia del Espíritu articula, en la armonía de Pentecostés, la variedad de los dones y carismas. A la luz de las diferentes experiencias eclesiales, hay que estudiar el modo de hacer más fructuosa la preparación y la celebración de este sacramento, de modo que despierte en todos los fieles la llamada a la edificación de la comunidad, a la misión en el mundo, y al testimonio de la fe.
j) Desde el perfil teológico-pastoral es importante la investigación sobre el modo en que la lógica
catecumenal puede iluminar otros itinerarios pastorales, como el de la preparación al matrimonio, o el acompañamiento a elecciones de compromiso profesional y social, o a la misma formación del ministerio ordenado, en el que toda la comunidad eclesial debe estar involucrada
Propuestas
k) Si la Eucaristía da forma a la sinodalidad, el primer paso que hay que dar es honrar su gracia con un estilo celebrativo a la altura del don y con auténtica fraternidad. La liturgia celebrada con autenticidad es la primera y fundamental escuela de discipulado y de fraternidad. Antes de cualquier iniciativa de formación, debemos dejar formarnos por su potente belleza y por la noble simplicidad de sus gestos.
l) Un segundo paso se refiere a la exigencia, mayoritariamente señalada, de hacer más accesible a los fieles el lenguaje litúrgico y más encarnado en las diferentes culturas. Sin poner en cuestión la continuidad con la tradición y la necesidad de la formación litúrgica, se solicita una reflexión sobre este tema y dar atribuciones de mayor responsabilidad a las Conferencias Episcopales, en la línea del motu proprio Magnum principium.
m) Un tercer paso consiste en el empeño pastoral de valorar todas las formas de oración comunitaria, sin limitarse a la celebración de la Misa. Otras expresiones de la oración litúrgica, como también las prácticas de la piedad popular, en las que se refleja el genio de las culturas locales, son elementos de gran importancia para favorecer la implicación de todos los fieles, para introducir gradualmente en el misterio cristiano y para acercar el encuentro con el Señor a quien tiene menos familiaridad con la Iglesia. Entre las formas de la piedad popular sobresale la devoción marianapor su capacidad de sostener y de nutrir la fe de muchos.
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