sábado, 26 de febrero de 2022

#1464 - Iglesia sinodal 29

La III Conferencia del episcopado Latinoamericano, reunida en Puebla, Méjico, en 1979 en su Tercera Parte nos habla de “Evangelización en la Iglesia de América Latina Comunión y Participación”.

El llamado del Papa Francisco a la sinodalidad retoma estas conclusiones de Puebla. Veamos un resumen de esta Parte 

Iluminación teológico-pastoral

(524) El gran ministerio o servicio que la Iglesia presta al mundo y a los hombres en él es la evangelización: ofrecer con hechos y palabras (DV, 2). La Buena Nueva de que el Reino de Dios, reino de justicia y paz, esta llegando a los hombres en Jesucristo.

(525) Los escritos del Nuevo Testamento

 Muestran la vitalidad de la Iglesia que se expresó en multiplicidad de servicios. Así San Pablo menciona, entre otros, los siguientes: la profecía, la diaconía, la enseñanza, la exhortación, el dar limosna, el presidir, el ejercer la misericordia (Rom 12, 6-8), … las palabras de sabiduría, el discernimiento de espíritu y algunos otros.

(526) Ya desde muy antiguo (LG, 28), … un conjunto de tres ministerios, el Obispo, el Presbítero y el Diácono, constituyen el ministerio jerárquico y se reciben mediante la «imposición de las manos», en el sacramento del Orden… por el sacramento del Orden se confiere un sacerdocio ministerial… y quienes reciben el ministerio jerárquico quedan constituidos, ‘según sus funciones’, ‘pastores’ en la Iglesia. Como el Buen Pastor van delante de las ovejas, dan la vida por ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia, las conocen y son conocidos por ellas.

(527) «Ir delante de las ovejas» significa estar atentos a los caminos por los que los fieles transitan a fin de que, unidos por el Espíritu, den testimonio de la vida, sufrimientos, Muerte y resurrección de Jesucristo…

            (529) «Conocer a las ovejas y ser conocidos por ellas» no se limita a saber las necesidades de los fieles.                 Conocer, en sentido bíblico, es involucrar todo el propio ser, amar como quien vino no a ser servido, sino a         servir (Mt 20, 25-28). 

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