En su Exhortación Apostólica postsinodal Christifideles laici de 1987, “Sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo”, San Juan Pablo II escribe como si estuviera hablándonos en el momento que actualmente estamos viviendo en el mundo y en la Iglesia.
Los carismas
24. El Espíritu Santo no sólo confía diversos ministerios a la Iglesia-Comunión,
sino que también los enriquece con otros dones e impulsos particulares,
llamados carismas… «A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para
la utilidad común.
Sean extraordinarios, sean simples y sencillos, los carismas son
siempre gracias del Espíritu Santo que tienen, directa o indirectamente, una
utilidad eclesial, ya que están ordenados a la edificación de la Iglesia, al
bien de los hombres y a las necesidades del mundo.
… Los carismas se conceden a la persona concreta; pero pueden ser
participados también por otros y, de este modo, se continúan en el tiempo como viva
y preciosa herencia, que genera una particular afinidad espiritual entre las
personas. Refiriéndose precisamente al apostolado de los laicos, el Concilio
Vaticano II escribe: … “poniendo cada uno la gracia recibida al servicio de los
demás”, contribuyan también ellos “como buenos dispensadores de la multiforme
gracia recibida de Dios” (1 P 4,10), a la edificación de todo el cuerpo en lal
caridad (cf. Ef 4,16)».
Los carismas han de ser acogidos con gratitud, tanto por parte de
quien los recibe, como por parte de todos en la Iglesia… siempre es necesario
el discernimiento de los carismas.
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