Ya has encontrado a tu amada,
esa que te cautivo desde el principio del mundo,
esa que frutos te dio.
Colmaste todo su cuerpo de una belleza sin par
y la llenaste de gracia y preservaste del mal.
Resplandeció cual la luna y te preparo su alcoba.
Y temprano en la mañana resplandeció como el sol.
Tu amor trasciende la muerte.
nadie puede en contra de él.
Y fue tu puerta Maria.
Tu Amada, Jerusalén.
William Quintana Nieves
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