Miqueas
I. Años
Es contemporáneo con Isaías.
II. Notas
Conocía los sufrimientos y las destrucciones de la guerra y la explotación del campesino.
Dios le llama y dándole fuerza, justicia y valentía se va a denunciar los pecados de Israel.
Habló en nombre de un Dios a quien nadie amaba y denunció con suma violencia las injusticias.
Algunas de sus palabras fueron luego aplicadas al Reino de Judá.
Bastaba mirar las capitales para ver lo que decía Miqueas: la distinción de dos clases, la del campesinado y la del ciudadano.
Miqueas denuncia a los explotadores que siempre tienen medios legales para despojar a los pequeños. Denuncia a los mayores responsables: las autoridades religiosas y civiles.
Todos se indignan contra el profeta que perturba la injusticia establecida.
Había profetas por todas partes, se elegían como se elige cualquier oficio. Pero el verdadero profeta no era el que sacaba de apuros a quienes le pagaban, sino el que denunciaba el mal.
Miqueas anuncia que el Mesías saldrá de Belén, Ciudad de David. Opone ese Rey rural de la Paz a los reyes inútiles de la capital.
Los judíos ya no saben lo que Dios desea. Cuando están en apuros ofrecen cosas costosas, aún a sus hijos, como los paganos.
La respuesta de Dios es clara: practicar la justicia (Amós), amar con ternura (Oseas), caminar humildemente con tu Dios (Isaías).
No se detalla un programa de vida ni se indican obligaciones de justicia o de piedad. Dios pide un cambio interior y profundo frente a Él y frente al prójimo.
El justo sabe que la maldad trae desgracias, por eso se mantiene firme y confiado en Dios.
Jonás
I. Años – 700 A.C.
II. Notas
El libro es un cuento, aunque su autor merece el título de profeta.
Critica a los mismos judíos que, encerrados en su nacionalismo, olvidan que Dios es el Dios de todos los hombres.
Jonás se niega a obedecer el llamado de Yahvé porque no se siente responsable de los ninivitas. Se queja de la misericordia de Yahvé con estos.
Dios quiere salvar a todos, hombres y animales, sin mirar la raza y la religión.
Jonás representa a los creyentes que envidian y calumnian al bien que hacen los hombres de religión, porque tiene miedo a que la gente haga una comparación desfavorable para los cristianos.
Sofonías
I. Años - 630 A.C.
II. Notas
Habla para decir que la paciencia de Dios ya no soporta más y que va a purificar a Jerusalén destruyendo a su pueblo, que no confía en El.
Anuncia la voluntad de Dios de formar un pueblo de pobres.
Los judíos sostenían que la venida del Señor debía ser una de liberación para su pueblo. Debía salvarlos de sus enemigos aunque siguieran su vida sin fe ni justicia. (Tenemos que poner nuestra parte)
La salvación de Dios no es así y comenzará por destruir a los que no se conviertan.
Por primera vez se llama pobres a los que esperan a Dios. Se describe a si la actitud que permite acoger el amor de Dios; actitud de los que no tienen nada (no necesariamente en lo material) y están dispuestos a recibirlo todo.
(Hay que estar despojados de todo lo que se opone a Dios).
(La palabra pobreza indicaba fracaso; ahora será la condición para buscar a Dios).
Jeremías
I. Años
626 A.C. – el descubrimiento del libro de la Ley ocasiona una renovación religiosa (La Reforma de Josías).
II. Notas
Dios se busca un encargado a quien confía la misión de arrancar y destruir, de edificar y plantar.
(Aunque la historia la preparan los trabajadores, los militantes, los pensadores y los responsables de toda clase, es Dios quien junta las fuerzas y dispone los acontecimientos. El obra mediante las obras, las palabras, los escritos y los rezos de muchísima gente).
Jeremías, al ser hecho profeta piensa y siente como Yahvé. Será dirigido por el Espíritu, obedecerá los riesgos, sean los que sean; y a pesar de su naturaleza tímida. Al no detenerse en su propia incapacidad se enfrentará a los poderosos y no temerá a las amenazas o al “qué dirán”.
Los judíos creyeron que Jeremías, después de muerto, estaba delante de Dios intercediendo por ellos.
(No somos producto del azar. Dios mismo nos formó y nos preparó para una misión. El nos revela lo que somos, que es mucho más de lo que podríamos imaginar con nuestra mente limitada).
(No puede haber compromiso entre las apariencias de una vida cristiana y la fe verdadera).
(El verdadero apóstol deberá destruir para edificar).
Los israelitas se han acostumbrado a sentirse dueños de lo que era un don de Dios. (Cuando Yahvé los socorría)
Jeremías llama a los que solo confiaban en sus propios dioses y planes.
El abandono de Dios reviste tres formas: 1) dejar de buscar la voluntad de Dios, 2) restablecer los cultos a los falsos dioses, 3) aliarse con pueblos poderosos.
Prosperidad o desgracia no son prueba de que vivamos bien o mal.
El pecado trae siempre su castigo.
No se puede comprender el pecado si no se ha conocido el amor.
Yahvé aceptaría perdonar todo por un justo.
Los israelitas acuden al templo pensando que Yahvé les bendice aun cuando no han cambiado su vida. Por eso Yahvé piensa destruir el templo para que no confíen más en este. Practican el culto pero no se preocupan por reconocer la palabra de Dios y conocer lo que le agrada.
(En la Iglesia existe a veces esa misma confianza que los judíos tenían en sus ritos: en las Parroquias desde siglos, el bautismo y la misa como garantía son nuestro orgullo de ser la Iglesia verdadera).
(La verdadera religión es escuchar la Palabra de Dios).
(Si no hay sabiduría no sabemos cómo actuar. No bastan los estudios humanos para la verdadera sabiduría. Perdemos el tiempo aprendiendo cosas poco útiles, mirando televisión y leyendo novelas).
(Conocer a Yahvé es el medio para mantenerse firme frente al mal; nos darán deseos de imitar a Dios y de llevar justicia y bondad a la tierra).
(Para ser fiel a Dios hay que ser movidos y transformados por El).
Cuando sus verdaderos amigos vacilan, Dios no les ofrece ningún alivio; sabe que al prepararles nuevos sacrificios los llevará a una nueva entrega.
A los que no quieren verle Dios les vuelve ciegos. Dios hace que se deshonren a sí mismos por sus vicios.
Los falsos profetas dan seguridades a una sociedad fundada en falsos principios. Frente a ellos Jeremías pasa por débil y amargado, que no da la respuesta de Dios.
Un profeta verdadero no es reconocido en su pueblo, mientras se alaba a los que proporcionan opio al pueblo.
Yahvé comunica al profeta su propia manera de ver y de sentir las cosas. Ya este no puede compartir la alegría fácil y las conversaciones insignificantes que llenan la vida.
(El precio de la alegría de Dios es estar condenados a vivir solos).
Yahvé no aprueba la debilidad de su profeta.
Ya que el profeta es como la boca y el representante de Dios, todo lo que hace tiene valor de signo. Jeremías no puede buscar un matrimonio feliz mientras Israel le vuelve la espalda a Yahvé.
Jeremías no menosprecia el respeto a Dios, que se manifiesta en actitudes exteriores.
(Jesús nos dirá que la observancia del descanso no debe impedir que hagamos obras de salvación. Pero nunca enseñara que podemos suprimir el descanso del domingo, que nos permite orar y liberarnos de la esclavitud de nuestras preocupaciones diarias).
(A cada momento puede uno convertirse).
(No hay un plan de Dios escrito de antemano, de manera que estemos obligados a cumplirlo. Dios nos crea a cada momento y ejecuta su plan sobre el mundo mientras actuamos libremente).
La gente se vuelve enemiga del profeta porque denuncia el mal y se niega a participar en el pecado de todos. No comprenden su manera de juzgar pues no han recibido la luz de Dios.
Jeremías anhela el Reino de Dios por la docilidad del corazón mientras el pueblo solamente desea pan y seguridad.
(Obedecer a la más exigente misión es ser libre).
No hay consuelo humano que saque al profeta de su desesperación.
(Si los poderosos no tienen el valor de dejar sus privilegios y de hacer justicia y los gobiernos hacen reformas que quedan en el papel, ¿Cómo frenar la violencia?)
La destrucción del Israel “carnal” prepara la venida del “espiritual”.
(La humanidad espera su unidad en la paz y es misión de la Iglesia presentar una imagen de los diversos pueblos reunidos en Cristo. La unidad definitiva se alcanzará en la Jerusalén celestial).
(El buen pastor deberá vivir en la intimidad de Dios).
Los desterrados son el comienzo del nuevo pueblo.
El pueblo salva a Jeremías ante los sacerdotes y falsos profetas. Muchas veces los que guardan la Palabra de Dios se oponen a los profetas. A menudo estos sacerdotes se preocupan sólo de mantener las cosas del pasado y las formas exteriores de la religión; mientras los profetas invitan a dar un paso adelante y servir a Dios más sinceramente.
Les cuesta bastante a los “maestros” de la religión aceptar que Dios se sirva de otro para enseñarles o para reprocharles.
El falso profeta no verifica lo que habla y aparta al pueblo de la Ley.
El profeta que anuncia la paz solo será reconocido cuando se realice lo que anunció.
Los profetas fueron enviados a un pueblo pecador para formarle la conciencia del pecado, no para adormecerla.
(Cuando se vive en injusticia hay que desconfiar de los que prometen la prosperidad).
(El hombre no puede hacerse justo ni acercarse a Dios por sus propios esfuerzos).
(Dios transformara al hombre interiormente para que pueda amar y obedecer).
(La Nueva Alianza se realizara por la muerte de Cristo).
Yahvé es defensor del oprimido y destruirá su propio país si es necesario.
Jeremías, quebrantado por el desastre de su pueblo, sufre con ellos y pasa a ser figura de Cristo, el salvador sufrido.
Los gobernantes de ese tiempo, como muchos ahora, no dirigen sino que siguen la corriente mayoritaria.
Jeremías, que conoce el futuro, aconseja no luchar para que no desaparezca el pueblo que porta la esperanza.
Los jefes judíos solo se fijan en las apariencias de la libertad y el patriotismo. Todo les parece perdido al someterse al extranjero. Jeremías se fija en el interior del hombre.
Ser judío es mantener los ideales y las razones de vivir de Israel.
Ser libre es servir solo a Yahvé.
Si Israel mantiene su fe y observa la Ley recobrara algún día su independencia y volverá a su tierra.
(No debemos porfiar en luchas por causas e instituciones que ya no corresponden a un mundo que paso por cambios irreversibles y en el que Dios nos llama a una misión diferente).
(La verdadera independencia de un pueblo es su independencia moral y cultural. Lo más grave sería que sus hijos sacrifiquen sus valores morales tradicionales o que adopten servilmente normas y métodos de desarrollo que les impongan desde afuera).
Jeremías nos invita a no temblar ante las grandes potencias del mundo de hoy.
(Naciones grandes han surgido para echar abajo a una cristiandad aburguesada y adormecida. Las revoluciones y persecuciones han derribado las frágiles construcciones en que confiaban los cristianos).
(La Iglesia, aparentemente despojada se levanta con mas fuerzas).
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