El pueblo de Israel, cuando quiso explicar el origen del ser humano y su conducta, desarrollo el libro del Génesis y en él, nos cuenta la historia de violencia fratricida que desde sus comienzos ha caracterizado al homo sapiens sapiens.
Desde de muchos milenios de lo que llamamos civilización, el ser humano sigue en guerras fratricidas producto de su envidia (como Caín), egoísmo, ansias de poder.
Mientras, nosotros los cristianos acabamos de recordar una vez más la pasión, muerte y resurrección de Cristo, que vino a establecer un Reino de Amor y de Paz. Por eso declaraba ante Pilatos, que si su reino hubiera sido como los de este mundo, sus ejércitos hubieran luchado en su defensa. Pero eso no era parte de Su proyecto. Su Reino, como se lo declaró a Nicodemo, se realiza en nuestro interior con ese nuevo renacer al Espíritu convirtiéndonos en hombres nuevos, llenos de amor y de paz.
Ante el mundo de violencia y guerras que vivimos, ?estamos nosotros como católicos contribuyendo con nuestra conducta y nuestra denuncias y acciones a un mundo de paz? ?o estamos en cambio respaldando las situaciones de pecado e injusticia que promueven esta violencia?
Las fuerzas del Amor están de nuestra parte, no perdamos la esperanza porque por cada bomba que cae hay millones de gestos de amor entre los hombres. Exijamos que estos gestos sean los que muevan a los lideres de las naciones y a los hombres y mujeres violentos.
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