El Señor nos ha llamado a vivir en la libertad del Espíritu. Y una conciencia bien formada en lo que Cristo nos pide como sus discípulos y misioneros, nos debe llevar actuar sin miedos en cada momento de nuestras vidas, seguros de que lo que decimos y hacemos es con la intención de siempre agradar a Dios.
Sin embargo, a veces vemos a algunos católicos que se empeñan en excluir, por un puritanismo equivocado, a ciertas personas del Templo por su manera de vestir Y aunque es cierto que cada lugar que visitamos tiene unas reglas de "vestimenta apropiada" que debemos seguir, no es menos cierto que cuando hablamos del Templo donde se reune la comunidad para adorar, alabar y celebrar la Accion de Gracias, tenemos que tener cuidado de no excluir a aquellos que, ya sea por falta de formacion o porque su conciencia no les reclama, van vestidos de forma que para algunos es inadecuada. Y es que nuestra Iglesia, como tantas veces nos recuerda el Papa Francisco, debe tener sus puertas siempre abiertas a todos los que buscan al Señor. ?O vamos a rechazar por estar "mal vestido" al mendigo o deambulante, al drogadicto o al que va en pantalones cortos, mahones rotos, escotes o minifaldas?
Recordemos que Jesús no excluyo a nadie de su misericordia. Comía con publicanos y prostitutas y se acercaba a todo el que necesitaba una ayuda, ya fuera un endemoniado o un leproso.
Por eso, antes de juzgar y rechazar a un hermano por su vestimenta en cualquier actividad religiosa, comencemos por formarle para que pueda entender, si ese es el caso, el escándalo o las tentaciones que podría producir en en los demás.
Pero, sobretodo, vamos a crear ambientes de acogida, más que de rechazo en nuestras asambleas o grupos.
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