Hoy que celebra nuestra Iglesia el martirio de San Esteban por predicar el Evangelio de Cristo entre los suyos, recordamos a los miles de hombres que aun hoy siguen siendo asesinados por proclamar y defender su fe: cristianos y no cristianos. Y mueren como el, con la certeza de que alcanzaran el cielo prometido. Sin odio, sin recriminar a quien les condena a muerte. Al contrario, como Cristo, perdonando a sus ejecutores.
.Es esa sangre de los mártires la que sigue regando y haciendo fértil la tierra por la que peregrinamos hacia el Padre. Como Cristo, con su sangre derramada ellos han sellado su Alianza de Amor y por ello gozan ya de vida eterna.
Quizás nosotros no tengamos que entregar nuestra vida de manera gruenta como ellos, pero sin duda tendremos que llenarnos de valor y coraje para defender nuestra fe ante un mundo que la combate de muchas maneras, unas mas sutiles que otras.
Como San Esteban, en el mundo de hoy, el buen cristiano no puede enmudecer, no puede permanecer silente ante la difícil situación... por la que estamos atravesando. Hoy, la Patria nos pide que no nos callemos. Callarse es resignarse. Y los cristianos somos personas de paz, pero no nos resignamos". Tenemos con nosotros la Verdad de Cristo para darle solución a todos nuestros problemas como pueblo. Llenémonos pues de valor y coraje para que el mundo tenga vida, y vida en abundancia, aunque en ello se nos vaya esta vida.
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