domingo, 24 de diciembre de 2023

#2119- Nuestro Belén

 Como nos lo cuenta José Luis Martin Descalzo en

“Vida y misterio de Jesús Nazaret”

 Belén: Patria de la infancia de todos

 “Todos los que nos llamamos cristianos tenemos un rincón de nuestro corazón para esta ciudad. Se diría que hemos vivido en ella desde niños, conocemos sus calles, sus casas. En nuestro corazón hay un belén nevado, con ríos alegres de papel de plata, con pastores que se calientan en torno a rojas hogueras de celofán. Tal vez por eso se decepcionan todos cuantos llegan, viajeros, a la ciudad. El Belén de la realidad no es el de nuestros sueños. No hay, por de pronto, nieve. Casi nunca nieva en Belén, casi nunca nieva en Palestina.  El Jesús, que imaginamos nacido bajo la nevada, murió en realidad seguramente sin haber visto nunca la nieve. Y no hay ríos de plata, ni tejadillos rojos.”

 “El lugar donde Cristo nació no es el alegre pórtico de columnas – con alguna pared semiderruida, para dar impresión de abandono – que gustan pintar muchos artistas. Tampoco es el pesebre de confitería, color rosa y crema, de nuestros nacimientos en el que , muy compuestitos, una limpísima mula y un beatifico buey hacen oración entorno a un lindo y pulcro pesebre […] Fue simplemente una gruta natural como tantas que hay hoy en los alrededores de Belén […] Una gruta como la que se venera bajo la Basílica de la Natividad en Belén – doce metros de larga, por tres y medio de ancha – […].”

 “José tuvo, pues, tiempo para adecentar un poco la cueva, de clavar algunas maderas que protegieran del frio algún rincón, de limpiar la paja del pesebre, de comprar quizá algunas cosillas.”

 “[…] Se cumplieron los días de su parto y dio a luz a su hijo primogénito y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre (Lc 2, 6-7).”

 “Allí estaba. María y José le miraban y no entendían nada. ¿Era aquello […] lo que había anunciado el ángel y el que durante siglos había esperado el pueblo?”

 “[…] Lo adoraban, pero no lo entendían. ¿Aquel bebé era el enviado para salvar el mundo?”

 “No entendía nada, pero creía, sí. ¿Cómo iba a saber ella más que Dios? ¿Quién era ella para juzgar sus misteriosos caminos?”

 “Era Dios, era «nuestro» Dios, el único que como hombres podíamos aceptar. El único que no nos humillaba con su grandeza, sino que nos hacia grandes con su pequeñez. (Ortega y Gasset lo formuló muy bien: Si Dios se ha hecho hombre, ser hombre es la cosa mas grande que se puede ser). Era, sobre todo, el único Dios a quien los hombres podíamos amar.”

 “A María le alegró la llegada de los pastores. Necesitaba que el mundo supiera que su Hijo había nacido y nunca se hubieran atrevido ella o José a contarlo.”

 “[…] la venida de los pastores le alegraba aun por otra razón. El que fueran ellos los primeros llegados le parecía la mejor prueba de que su Hijo era Dios, el Dios de quien ella había hablado proféticamente en el Magníficat, el Dios que derriba del trono a los poderosos, ensalza a los humildes, sacia de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos (lc 1, 52-53). “

 “los pastores habían regresado ya a Belén y contaban a la gente lo que habían visto y todos se maravillaban (Lc 2,18).’

 “Belén siguió su vida rutinaria. Pocos debieron de enterarse de aquel nacimiento. Cuando Jesús comience su vida pública nadie aludirá a hechos extraordinarios ocurridos durante su nacimiento. Ni siquiera recordaran que nació en Belén. El nazareno le llamarán. “

 “Sólo María conservaba estas cosas en su corazón (Lc 2,19) […].”


(Hoy, por culpa de la guerra, las calles de Belén se encuentran solitarias y tristes. Tal vez alguna madre palestina haya dado a luz a su hijo en medio del silencio y la incertidumbre de lo que pasará con ella, su padre y el niño. Mas, como cada retoño de vida que florece, será una nueva esperanza para su familia, para su pueblo. 

Que así como Jesús ensanchó la tienda de su pueblo para acoger en ella a todos los que en El creyeran, sea hoy nuestro corazón el belén donde nazcan los deseos por una paz que nos haga a todos solidarios contra la guerra y sus instrumentos de muerte. Que esta noche nos acordemos de todos aquellos hermanos que desean una verdadera Noche de Paz y de Amor. Hoy, haz tu también la paz con los tu familia, con tus vecinos, con tus hermanos de iglesia, con cualquiera con  quien tengas disputas que los separan. 

Así comenzó todo un 25 de diciembre del año 1 de nuestra era cristiana: Dios nos dió al Príncipe de la Paz para que nos amaramos unos a otros. ¿Qué nos falta por hacer para que esto se realice?

Por una noche de paz en todos los rincones del mundo que se prolongue por siempre. Este es el reto para el 2024).-William Quintana Nieves

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