martes, 7 de noviembre de 2023

#2070 - Primera sesión del Sínodo

 Primera sesión del Sínodo 10

B 2.4 ¿Cómo puede valorarse el ministerio ordenado, en su relación con los ministerios bautismales, en una perspectiva misionera?

Los Documentos finales de las Asambleas continentales expresan un fuerte deseo de que se aborde la reflexión sobre la relación entre los ministerios ordenados y los Ministerios bautismales, subrayando la dificultad de hacerlo en la vida ordinaria de las comunidades. El proceso sinodal ofrece una valiosa oportunidad para centrarse, a la luz de la enseñanza del Vaticano II, en la correlación entre la riqueza de vocaciones, carismas y ministerios enraizados en el Bautismo, por una parte, y el ministerio ordenado, por otra, considerado como un don y una tarea inalienable al servicio del Pueblo de Dios. En particular:

a) En la perspectiva trazada por el Concilio Vaticano II, se reafirma la necesaria relación entre el Sacerdocio común y el Sacerdocio ministerial. Entre ambos no hay oposición ni competencia, ni espacio para reivindicaciones: lo que se requiere es que se reconozca su complementariedad.

b) Las Asambleas continentales expresan un claro aprecio por el don del sacerdocio ministerial y, al mismo tiempo, un profundo deseo de su renovación en una perspectiva sinodal. Señalan la dificultad de implicar a una parte de los Presbíteros en el proceso sinodal y constatan la preocupación generalizada por un ejercicio del Ministerio ordenado no adaptado a los desafíos de nuestro tiempo, alejado de la vida y de las necesidades del pueblo, a menudo confinado únicamente al ámbito litúrgico-sacramental. También expresan su preocupación por la soledad en la que viven muchos presbíteros y subrayan su necesidad de atención, amistad y apoyo.

c) El Concilio Vaticano II enseña que «

» (LG 28). De las Asambleas continentales surge la petición de que el ministerio ordenado, en la diferencia de tareas, sea para todos un testimonio vivo de comunión y servicio en la lógica de la gratuidad evangélica. Expresan también el deseo de que obispos, presbíteros y diáconos ejerzan su ministerio con estilo sinodal, reconozcan y valoren los dones y carismas presentes en la comunidad, animen y acompañen los procesos de asunción comunitaria de la misión, garanticen decisiones en línea con el Evangelio y en escucha del Espíritu Santo. También se pide una renovación de los programas de los seminarios, para que tengan una orientación más sinodal y estén más en contacto con todo el Pueblo de Dios.

d) En relación con esta concepción del ministerio ordenado al servicio de la vida bautismal, se subraya que el clericalismo es una fuerza que aísla, separa y debilita una Iglesia sana y enteramente ministerial, y se indica la formación como el camino privilegiado para superarlo eficazmente. También se subraya cómo el clericalismo no es prerrogativa exclusiva de los ministros ordenados, sino que actúa de diferentes maneras en todos los componentes del Pueblo de Dios.

e) En muchas regiones, la confianza en los ministros ordenados, en los que ocupan cargos eclesiales, en las instituciones eclesiales y en la Iglesia en su conjunto se ve minada por las consecuencias del «escándalo de los abusos cometidos por miembros del clero o por personas que ejercen cargos eclesiales: en primer lugar los abusos contra menores y personas vulnerables, pero también abusos de otro tipo (espirituales, sexuales, económicos, de autoridad, de conciencia). Es una herida abierta que sigue infligiendo dolor a las víctimas y a los supervivientes, a sus familias y a sus comunidades» (DEC 20).

el ministerio eclesiástico, de institución divina, es ejercido en

 diversos órdenes por aquellos que ya desde antiguo vienen llamándose obispos, presbíteros y

 diáconos

Pregunta para discernir

¿Cómo promover en la Iglesia una mentalidad y unas formas concretas de corresponsabilidad en las que la relación entre los ministerios bautismales y el ministerio ordenado sea fecunda? Si la Iglesia es toda ministerial, ¿cómo podemos entender los dones específicos de los ministros ordenados dentro del único Pueblo de Dios en una perspectiva misionera?

Sugerencias para la oración y la reflexión preparatoria

1) ¿Qué relación tiene el ministerio de los presbíteros, «consagrados para predicar el Evangelio, pastorear a los fieles y celebrar el culto divino» (LG 28) con los ministerios bautismales? ¿Qué relación tiene este triple oficio de los ministros ordenados con la Iglesia como Pueblo profético, sacerdotal y real?

2) En la Iglesia local los presbíteros «forman, junto con su obispo, un único presbiterio» (LG 28). ¿Cómo puede crecer esta unidad entre el obispo y su presbiterio para un servicio más eficaz al Pueblo de Dios confiado al cuidado del obispo?

3) La Iglesia se enriquece con el ministerio de tantos presbíteros que pertenecen a institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica. ¿Cómo puede su ministerio, caracterizado por el carisma del instituto al que pertenecen, promover una Iglesia más sinodal?

4) ¿Cómo entender el ministerio del diácono permanente dentro de una Iglesia sinodal misionera?

5) ¿Cuáles pueden ser las directrices para una reforma de los currículos de formación en los seminarios y escuelas de teología en línea con la figura sinodal de la Iglesia? ¿Cómo puede la formación de los sacerdotes ponerlos en relación más estrecha con los procesos pastorales y la vida de la porción del Pueblo de Dios a la que están llamados a servir?

6) ¿Qué vías de formación deben ponerse en marcha para fomentar en la Iglesia una comprensión de la ministerialidad que no se reduzca al ministerio ordenado, sino que al mismo tiempo lo valorice?

7) ¿Cómo podemos discernir juntos las formas en que el clericalismo, de ministros ordenados y de laicos, impide la plena expresión de la vocación de los ministerios ordenados en la Iglesia, así como de otros miembros del Pueblo de Dios? ¿Cómo podemos encontrar juntos formas para superarlo?

8) ¿Es posible que, sobre todo en lugares donde el número de ministros ordenados es muy reducido, los laicos puedan asumir el papel de responsables de la comunidad? ¿Qué implicaciones tiene esto en la comprensión del ministerio ordenado?

9) ¿Es posible, como proponen algunos continentes, abrir una reflexión sobre la posibilidad de revisar, al menos en algunas áreas, la disciplina sobre el acceso al presbiterado por parte de hombres casados?

10) ¿Cómo puede una concepción del ministerio ordenado y una formación de los candidatos más enraizada en la visión de la Iglesia sinodal misionera contribuir a los esfuerzos para prevenir la repetición de abusos sexuales y de otro tipo?

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