Mes misionero 29
Domingo 29 octubre 2023
XXX Semana del Tiempo Ordinario – Año A
Ex 22,20-26; Sal 17; 1Ts 1,5-10; Mt 22,34-40
Dios cuida de cada hombre y mujer. Se preocupa profundamente por todos y cada uno de nosotros. No hace daño a nadie y defiende especialmente a los más débiles y a los que carecen de algo: viudas, huérfanos, pobres, extranjeros. Ningún ser humano es indiferente para Dios. Sin embargo, es difícil creerlo cuando uno mira el mundo que nos rodea, con tanta guerra, sufrimiento, enfermedad y violencia. Algunos se preguntan: “¿Por qué Dios permite esto?”. Pero ¿es Dios quien lo permite o es el hombre quien se permite demasiado? No es culpa de Dios si los hombres no escuchan y no quieren vivir como Él pide. Dios nos ha dado los mandamientos para que podamos discernir y elegir lo que es bueno y lo que es malo para nosotros; lo que nos ayuda y lo que nos destruye. Pero durante siglos los hombres han puesto a Dios a prueba, haciendo lo que quieren, decidiendo por sí mismos cómo quieren vivir, y luego, cuando todo se desmorona y están realmente muy enfermos, piden ayuda a Dios. Es como si uno infringiera continuamente el código de circulación, condujera por el lado equivocado de la carretera y a una velocidad excesiva, pero luego culpara a los demás de tener un accidente.
San Pablo alaba a los tesalonicenses por haberse convertido. Comenzaron a obedecer al Dios vivo y verdadero, y a servirle. Gracias a esta actitud lograron cosas extraordinarias. Se convirtieron en misioneros, testigos de Dios y modelos para todos los creyentes de Macedonia, Acaya y otras partes del mundo. Esta es la verdadera evangelización. Así se cumple el deber bautismal de ser discípulos-misioneros. El cristianismo consiste en escuchar con un corazón sincero a Dios y sus mandamientos, una fe tan fuerte y profunda que no necesita decir nada de Cristo, contar nada, porque los demás, al mirarnos, ven en nosotros todo el Evangelio vivo y verdadero.
Escuchemos... Creamos... Intentemos ser testigos... Amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente... Amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos... En esto se contiene todo el Evangelio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario