lunes, 14 de enero de 2019

#527 - Ser católico es

El católico que quiera gobernar a su pueblo con justicia y en pos del Bien Común tiene necesariamente que saber que dice la Iglesia sobre el gobierno, la economía, la sociedad, la familia y los hombres, para de esta manera poder desarrollar un programa de gobierno acorde con lo que Dios quiere para sus hijos.

Una de las manifestaciones más importantes, sino la mayor, del hombre es el trabajo. En torno a este, la Doctrina Social de la Iglesia nos ilustra muy bien sobre cómo debemos valorarlo en todos sus componentes.

San Juan Pablo II, siendo Papa, nos dejó una Carta Encíclica que traza en todas sus dimensiones lo que los hombres debemos saber sobre el trabajo. Esta Encíclica, "Laborem Exercens" (Sobre el trabajo humano), constituye la Carta Magna del Trabajo.

Citamos para una muestra algunas de sus expresiones:

 I. INTRODUCCIÓN

CON SU TRABAJO el hombre ha de procurarse el pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y sobre todo a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad en la que vive en comunidad con sus hermanos. Y «trabajo» significa todo tipo de acción realizada por el hombre independientemente de sus características o circunstancias; significa toda actividad humana que se puede o se debe reconocer como trabajo entre las múltiples actividades de las que el hombre es capaz y a las que está predispuesto por la naturaleza misma en virtud de su humanidad. Hecho a imagen y semejanza de Dios en el mundo visible y puesto en él para que dominase la tierra, el hombre está por ello, desde el principio, llamado al trabajo. El trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas, cuya actividad, relacionada con el mantenimiento de la vida, no puede llamarse trabajo; solamente el hombre es capaz de trabajar, solamente él puede llevarlo a cabo, llenando a la vez con el trabajo su existencia sobre la tierra. De este modo el trabajo lleva en sí un signo particular del hombre y de la humanidad, el signo de la persona activa en medio de una comunidad de personas; este signo determina su característica interior y constituye en cierto sentido su misma naturaleza. 

 6. El trabajo en sentido subjetivo: el hombre, sujeto del trabajo
Para continuar nuestro análisis del trabajo en relación con la palabras de la Biblia, en virtud de las cuales el hombre ha de someter la tierra, hemos de concentrar nuestra atención sobre el trabajo en sentido subjetivo, mucho más de cuanto lo hemos hecho hablando acerca del significado objetivo del trabajo, tocando apenas esa vasta problemática que conocen perfecta y detalladamente los hombres de estudio en los diversos campos y también los hombres mismos del trabajo según sus especializaciones. Si las palabras del libro del Génesis, a las que nos referimos en este análisis, hablan indirectamente del trabajo en sentido objetivo, a la vez hablan también del sujeto del trabajo; y lo que dicen es muy elocuente y está lleno de un gran significado.
El hombre debe someter la tierra, debe dominarla, porque como «imagen de Dios» es una persona, es decir, un ser subjetivo capaz de obrar de manera programada y racional, capaz de decidir acerca de sí y que tiende a realizarse a sí mismo. Como persona, el hombre es pues sujeto del trabajo. Como persona él trabaja, realiza varias acciones pertenecientes al proceso del trabajo; éstas, independientemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realización de su humanidad, al perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma humanidad. Las principales verdades sobre este tema han sido últimamente recordadas por el Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes, sobre todo en el capítulo I, dedicado a la vocación del hombre.
Así ese «dominio» del que habla el texto bíblico que estamos analizando, se refiere no sólo a la dimensión objetiva del trabajo, sino que nos introduce contemporáneamente en la comprensión de su dimensión subjetiva. El trabajo entendido como proceso mediante el cual el hombre y el género humano someten la tierra, corresponde a este concepto fundamental de la Biblia sólo cuando al mismo tiempo, en todo este proceso, el hombre se manifiesta y confirma como el que «domina». Ese dominio se refiere en cierto sentido a la dimensión subjetiva más que a la objetiva: esta dimensión condiciona la misma esencia ética del trabajo. En efecto no hay duda de que el trabajo humano tiene un valor ético, el cual está vinculado completa y directamente al hecho de que quien lo lleva a cabo es una persona, un sujeto consciente y libre, es decir, un sujeto que decide de sí mismo.
Esta verdad, que constituye en cierto sentido el meollo fundamental y perenne de la doctrina cristiana sobre el trabajo humano, ha tenido y sigue teniendo un significado primordial en la formulación de los importantes problemas sociales que han interesado épocas enteras.
La edad antigua introdujo entre los hombres una propia y típica diferenciación en gremios, según el tipo de trabajo que realizaban. El trabajo que exigía de parte del trabajador el uso de sus fuerzas físicas, el trabajo de los músculos y manos, era considerado indigno de hombres libres y por ello era ejecutado por los esclavos. El cristianismo, ampliando algunos aspectos ya contenidos en el Antiguo Testamento, ha llevado a cabo una fundamental transformación de conceptos, partiendo de todo el contenido del mensaje evangélico y sobre todo del hecho de que Aquel, que siendo Dios se hizo semejante a nosotros en todo, dedicó la mayor parte de los años de su vida terrena al trabajo manual junto al banco del carpintero. Esta circunstancia constituye por sí sola el más elocuente «Evangelio del trabajo», que manifiesta cómo el fundamento para determinar el valor del trabajo humano no es en primer lugar el tipo de trabajo que se realiza, sino el hecho de que quien lo ejecuta es una persona. Las fuentes de la dignidad del trabajo deben buscarse principalmente no en su dimensión objetiva, sino en su dimensión subjetiva.
En esta concepción desaparece casi el fundamento mismo de la antigua división de los hombres en clases sociales, según el tipo de trabajo que realizasen. Esto no quiere decir que el trabajo humano, desde el punto de vista objetivo, no pueda o no deba ser de algún modo valorizado y cualificado. Quiere decir solamente que el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto. A esto va unida inmediatamente una consecuencia muy importante de naturaleza ética: es cierto que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está «en función del hombre» y no el hombre «en función del trabajo».
15. Argumento «personalista»
Así pues el principio de la prioridad del trabajo respecto al capital es un postulado que pertenece al orden de la moral social. Este postulado tiene importancia clave tanto en un sistema basado sobre el principio de la propiedad privada de los medios de producción, como en el sistema en que se haya limitado, incluso radicalmente, la propiedad privada de estos medios. El trabajo, en cierto sentido, es inseparable del capital, y no acepta de ningún modo aquella antinomia, es decir, la separación y contraposición con relación a los medios de producción, que han gravado sobre la vida humana en los últimos siglos, como fruto de premisas únicamente económicas. Cuando el hombre trabaja, sirviéndose del conjunto de los medios de producción, desea a la vez que los frutos de este trabajo estén a su servicio y al de los demás y que en el proceso mismo del trabajo tenga la posibilidad de aparecer como corresponsable y coartífice en el puesto de trabajo, al cual está dedicado.
Nacen de ahí algunos derechos específicos de los trabajadores, que corresponden a la obligación del trabajo. Se hablará de ellos más adelante. Pero hay que subrayar ya aquí, en general, que el hombre que trabaja desea no sólo la debida remuneración por su trabajo, sino también que sea tomada en consideración, en el proceso mismo de producción, la posibilidad de que él, a la vez que trabaja incluso en una propiedad común, sea consciente de que está trabajando «en algo propio». Esta conciencia se extingue en él dentro del sistema de una excesiva centralización burocrática, donde el trabajador se siente engranaje de un mecanismo movido desde arriba; se siente por una u otra razón un simple instrumento de producción, más que un verdadero sujeto de trabajo dotado de iniciativa propia. Las enseñanzas de la Iglesia han expresado siempre la convicción firme y profunda de que el trabajo humano no mira únicamente a la economía, sino que implica además y sobre todo, los valores personales.

domingo, 13 de enero de 2019

#526 - El Bautismo de Cristo

Hoy celebra nuestra Iglesia la Fiesta del Bautismo de Jesús. El Padre le proclama como su Hijo amado cuando Juan el Bautista lo bautiza. Juan  a su vez le proclama como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.

Nuestra Iglesia, al convertir el Bautismo en sacramento de iniciación en nuestra vida de gracia como hijos de Dios, nos sella para ser  con Cristo, sacerdotes, profetas y reyes. 

Sacerdotes porque somos llamados a participar de  su ofrecimiento al Padre en la Acción de Gracias.

Profetas  porque estamos llamados a proclamar la Buena Nueva del Reino y a Cristo, muerto y resucitado.

Reyes  porque gozamos del poder de su Reinado que se manifiesta en el poder del Espíritu Santo en nosotros.

Renovemos hoy ese día de nuestro nacimiento en el Espíritu y recordémoslo junto a nuestros padres y padrinos como el mas grande en nuestra vida, mucho más que nuestro nacimiento natural.

viernes, 11 de enero de 2019

#525 - Sacrificio

La palabra sacrificio debe tener para el católico un significado fundamental, pues fue Cristo quien entregó su vida entera en sacrificio por todos los hombres, para darles el perdón de sus pecados  y vida eterna.

Hoy quisiera compartir unas palabras que en torno a lo que él consideraba sacrificio nos dejó Eugenio Maria de Hostos, filósofo puertorriqueño del siglo pasado que recordamos hoy 11 de enero en Puerto Rico. En su "Tratado de Moral" incluido en "Las Obras Completas, Edición Crítica, Vol. IX, Filosofía, Tomo I, páginas 263-264 nos dice el maestro:

                     "Sacrificio es la consagración de una idea o un sentimiento con un acto de suprema                                utilidad para otro, aunque sea un esfuerzo supremo para quien lo hace... Entre todos los                        grupos sociales, el que más continuamente impone al individuo mayor cantidad de                                sacrificio...es la familia".

                       "Para ningún miembro de la familia que tenga de ella y de la noción de utilidad un                                concepto exacto y positivo, puede haber provecho en nada que aproveche                                              aisladamente a su egoísmo solo y que no redunde en bien de los otros".

jueves, 10 de enero de 2019

#524 - Ser católico es

Para un católico debe ser obligada la comunicación constante con su Dios, desde que se levanta  hasta que se va a dormir. Y si no conoce o no hace la Liturgia de las Horas (Laudes, Intermedia, Vísperas y Completas), puede acudir a la oración del pueblo de Dios, Los Salmos.

He aquí varios versículos de salmos que podemos utilizar y hasta memorizar por su sencillez:

Salmo 142, 8-10

Hazme sentir tu amor cada mañana, que yo confio en ti;
indícame el camino a seguir., porque a ti dirijo mi oración.
Líbrame de mis enemigos, Señor, que me refugio en ti;
enséñame a cumplir tu voluntad, pues tu eres mi Dios;
que tu buen espíritu me conduzca por el camino recto.

Salmo 62, 2-6

!Oh Dios, tu eres mi Dios, desde el amanecer te deseo,
estoy sediento de ti, a ti te anhelo
en una tierra sedienta, reseca, sin agua.
Quisiera contemplarte en tu templo, ver tu poder y tu gloria.
Tu amor vale mas que la vida, te alabaran mis labios;
te bendeciré mientras viva, hacia a ti levanto mis manos.
Me saciaré como en un banquete espléndido,
y mi boca te alabara con alegria.

Salmo 62, 7-9

En mi lecho me acuerdo de ti, en ti medito durante la noche,
porque tu has sido mi ayuda,
y a la sombra de tus alas grito alegremente.
Estoy unido a ti, tu brazo me sostiene.

Claro que la mejor oración es la que manifestamos constantemente obrando con amor en todo momento, ofreciéndole al Señor todas las alegrias y tambien las penas.

lunes, 7 de enero de 2019

#523 - Un cristiano de verdad

Juan 1, 43-51 nos presenta a Felipe cuando es llamado por Jesús como un israelita de verdad. Y en 1 Jn 3, 11-21 nos dice como debe ser el amor del que sigue a Cristo

Si lo aplicamos a un cristiano de verdad, " ...Lo distintivamente cristiano es el modo de vivir de quien se dice discípulo del Resucitado. Ser discípulo comporta una marca contracultural en su identidad que no le permite ajustarse a los modos que la cultura del entorno propala. Si el cristiano no experimenta <el odio del mundo> en una sociedad cristianizada, quizá sea porque esa marca esta diluida, y con ella su identidad bautismal mas profunda. No se trata de vivir victimizados ni segregados frente al mundo, sino de mantener fresca la fidelidad a la causa de Jesús  de Nazaret que lo volvió victima de los poderes del mundo. El discípulo no reacciona con odio , ni se queda en el lado oscuro de la existencia; por el contrario, como San Juan anota, da el paso a la vida. Amar al hermano es   el  signo pascual por excelencia, porque construye puentes y no muros."

Cita tomada de la Agenda Bíblica 2019

viernes, 4 de enero de 2019

#521 - Ser católico es

Cuando el católico se propone convertirse en discípulo y misionero para llevar la Nueva Evangelización a todos los ambientes que frecuenta, el papa Francisco nos da un plan a ejecutar.

En su Exhortación Apostólica, "Evangelli Gaudium", nos propone el Papa las siguientes lineas de reflexión:

Evangelii Gaudium

II.11. Decía San Juan de la Cruz: «Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa, que, aunque más el alma sepa de ella, siempre puede
entrar más adentro».Cántico espiritual, 36, 10.
Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los
cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina.

12. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos ofrece todo.

13. «Tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice» (2 Tm 1,5). El creyente es fundamentalmente «memorioso».

III. 14. La nueva evangelización convoca a todos y se realiza fundamentalmente en tres ámbitos. En primer lugar, mencionemos el ámbito de la pastoral ordinaria, «animada por el fuego del Espíritu, para encender los corazones de los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el día del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de vida eterna».11 También se incluyen en este ámbito los fieles que conservan una fe católica intensa y sincera, expresándola de diversas maneras, aunque no participen frecuentemente del culto. Esta pastoral se orienta al crecimiento de los creyentes, de manera que respondan cada vez mejor y con toda su vida al amor de Dios.

En segundo lugar, recordemos el ámbito de «las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo»,12 no tienen una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan el consuelo de la fe. La Iglesia, como madre siempre atenta, se empeña para que vivan una conversión que les devuelva la alegría de la fe y el deseo de comprometerse con el Evangelio.

Finalmente, remarquemos que la evangelización está esencialmente conectada con la proclamación del Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazadoLos cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción».

15. Juan Pablo II nos invitó a reconocer que «es necesario mantener viva la solicitud por el anuncio» a los que están alejados de Cristo, «porque ésta es la tarea primordial de la Iglesia».14 La actividad misionera «representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia»15 y «la causa misionera debe ser la primera».

Los Obispos latinoamericanos afirmaron que ya «no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos»17 y que hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera».18

16. No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable «descentralización».

17. Decidí, entre otros temas, detenerme largamente en las siguientes cuestiones:
a) La reforma de la Iglesia en salida misionera.
b) Las tentaciones de los agentes pastorales.
c) La Iglesia entendida como la totalidad del Pueblo de Dios que evangeliza.
d) La homilía y su preparación.
e) La inclusión social de los pobres.
f) La paz y el diálogo social.
g) Las motivaciones espirituales para la tarea misionera.

18. Todos ellos ayudan a perfilar un determinado estilo evangelizador que invito a asumir en cualquier actividad que se realice.

miércoles, 2 de enero de 2019

#520 - El hombre es superior a todo

En nuestra sociedad son un buen número los católicos y no católicos que se han identificado con el cuido de la creación, sobre todo de los animales. Y aunque San Francisco de Asís manifestó, como seguidor de Cristo, el amor que se le debía dar como hermanos a todas las criaturas de esta tierra, pienso que el supo reconocer la supremacía de la dignidad del ser humano sobre todos los demás seres creados por Dios. Esta verdad es la que vemos constantemente ausente, a veces de forma escandalosa, en el trato del hombre moderno con respecto a los animales.

En cuanto a legislación para proteger el maltrato de los animales la han igualado en muchas instancias a la que reciben los seres humanos. Y de su alimentación, vestido, albergue y cuidado médico ni se diga. Son millones los hombres, mujeres, niños y niñas que no tienen para subsistir ni una cuarta parte de lo que se gasta en los animales. Y cuántos se preocupan más por los animales deambulantes que por los humanos sin techo. Esto tiene que ser una afrenta para todo católico.

Démosle el justo valor a cada cosa y seamos comedidos en lo que invertimos en nuestras mascotas. Si ellas son nuestra única compañía porque no tenemos a mas nadie para expresarle nuestro cariño, perfecto. Más si no es así busquemos primero la compañía de un familiar, amigo, vecino, hermano en la fe con quien compartir nuestro amor, lo demás vendrá por añadidura.